lunes, 22 de noviembre de 2010

Día de Santa Cecilia





Felicidades a todos los marplatenses,
en el día de su patrona.

Ocasión para celebrar, la música, no necesita, pues se celebra cada vez que suena una melodía: una canción, un silbido modulado, un compás de palmas, un tararear descuidado, un tamborilear de dedos sobre un cordobán tensado, un tañir de cuerdas bien ritmado que vibrando sobre un vientre de cedro laqueado ponga voz al éter y música al arcano instante en que el vacío parió un universo melodiosamente temperado, un viento medido y ordenado que a su paso por angostos tubos calibrados exprese melodioso su atributo matemático...

¿Patrones la música? Necesita voces e instrumentos, necesita voluntades, sentimientos, sensibilidades, emociones jubilosas y melancólicos lamentos, necesita, sobre todo, ser tocada y escuchada por espíritus atentos, por corazones receptivos, por oídos sensitivos y dispuestos al gozo indescriptible del vibrar inconfundible del armónico universo.

A Santa Cecilia hacen patrona de un infinito, guardiana y protectora del sonar inaudito de la materia, y, así, el veintidos de noviembre su figura se celebra, una imagen tan difusa, la suya, que es cosa de leyenda: virgen y mártir pura, mujer de gran hermosura y de virtud manifiesta que abrazada a la fe de aquél que crucificado fuera acabaría sus días torturada pero entera, no pudiendo ser ahogada ni escalfada de ruin manera y al negarse el filo a hendir el sostén de la gorguera.
¡Viva Santa Cecilia, pues! ¡Viva y que nunca muera, mientras se escuche en el aire la Música de las Esferas!




Oda de JOHN DRYDEN a SANTA CECILIA
(Letra de la Oda a Santa Cecilia de G.F. Haendel)


De la armonía, de la armonía celestial,
Surgió este marco universal
Cuando la naturaleza yacía

Bajo un montón de discordantes átomos,

Y no podía levantar su cabeza,

Una melodiosa voz se oyó desde lo alto:

«Levantaos, vosotros, que sois más que muertos»:


Entonces, el hielo y el calor, la humedad y lo seco,
brotaron para tomar sus lugares,
obedeciendo el poder de la música.
De la armonía, desde la celestial armonía,
Surgió este marco universal,
fluyó por todo el ámbito de notas,
y se cerró el diapasón, completamente en el ser humano

¿Existe pasión que la música no pueda provocar o calmar?
Cuando Jubal tocó el caparazón con cuerdas (la lira),
sus hermanos que escuchaban le rodearon,
y asombrados cayeron de bruces
para alabar aquel sonido celestial.
Ellos creyeron que sólo podía ser un dios lo que habitaba ahí,
dentro de la cavidad de aquel caparazón
que hablaba tan dulcemente y tan bien.
¿Existe pasión que la música no pueda provocar o calmar?


El fuerte estruendo de la trompeta
nos llama a las armas,
con notas estridentes de rabia
y de mortal alarma. El redoble del estruendoso tambor
grita, ¡oíd! viene el enemigo;
¡a la carga, a la carga! ya es tarde para la retirada.
La flauta de suave lamento
en agonizantes notas descubre
las aflicciones de los enamorados desesperanzados,
cuyo canto fúnebre es susurrado por el trinar del laúd.


Los ásperos violines proclaman
sus celosos dolores y la desesperación,
furia, indignación desesperada,
dolores profundos y pasión elevada,
por la hermosa, dama desdeñosa.
Pero, ¡oh! ¿qué arte puede enseñar,
qué voz humana puede alcanzar
la alabanza del órgano sagrado?
Notas que inspiran amor santo,
notas que toman su rumbo celestial
para unirse a los coros allá arriba.

Orfeo podía conducir la raza salvaje;
y los árboles se desraizaban dejando su lugar,
seguidores de la lira.

Mas la resplandeciente Cecilia provocó un milagro mayor:
Cuando a su órgano se le dio el respiro de la voz,
un ángel lo oyó, y apareció de pie,
confundiendo la tierra con el cielo.
A partir del poder de las canciones sagradas,
las esferas comenzaron a moverse;
y para todos los benditos del cielo:
cantaron la alabanza al Gran Creador,
Entonces, cuando la hora final y terrible,
consuma esta procesión decadente,
la trompeta se oirá en lo alto,
los muertos vivirán, los vivos morirán,

y la música entonará el firmamento.
***


-o-

HENRY PURCELL
Hail! Bright Cecilia!



Aquí la Oda a St Cecilia de Henry Purcell, completa:

http://www.youtube.com/watch?v=EoFCPpDZSG4&feature=BF&list=PLF4F003369143CDC2&index=1
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