martes, 16 de noviembre de 2010

Suena la noche





Suena la noche. Son sus sonidos de sueños despiertos y dormidos. Suena la noche con clamor de suspiros, de anhelos rotos, de deseos no cumplidos. Suena la noche y es su sonar un bramido de llantos contenidos, de lágrimas derramadas, de corazones doloridos. ¿No oís cómo suena? ¿Como retumba en los oídos el fragor de las estrellas, el retumbar de su brillo? Noche inmensa y clamorosa, de sollozos florecidos, de rayos de luna gritando estremecidos:

¿Dónde han ido los amantes? ¿Dónde están los blancos lirios?

Suena esta noche, quejumbrosa, con amores infinitos. Suena esta noche con voces de los sueños no vividos, suenan azares adversos y suenan destinos esquivos. Esta noche suena tanto, es tan infernal su ruido que apenas puedo escuchar, angustiado, mis latidos.

Los amores que se fueron, ¿Dónde están, a dónde han ido...? ¿Detrás de qué utopías? ¿Quizás iban perseguidos? ¿Acaso tristes y dolientes? Solo sé que iban heridos, pues dejaron un reguero de, sonoros, deseos incumplidos...




*


Tú y yo: éclairs

Somos, mientras vivimos,
la imagen que proyectamos;
en los otros habitamos
y allí nos sobrevivimos.

Nada somos sin mirada
que nos fije en su retina;
existencia clandestina
buscando ser capturada.

Sinrazón de la conciencia:
que sabe de su existir
mas no sabe colegir
la intención de su existencia.

Somos, mientras sentimos,
corazón que se desborda
arrojando por la borda
la razón con que morimos.

Vida es pasión desatada,
es vendaval, remolino,
y no estático destino
de realidad postergada.





Vivo sin vivir en mí...,
¡Qué razón tenía la santa!
¿Es precisa entrega tanta?
para sentirse vivo: sí.

Vivimos en los demás,
huéspedes de su clemencia
o, más bien, de su demencia:
necesarios locos de atar.

Esta terrible locura
en que consiste la vida,
apenas es presentida,
el manicomio procura.

Vivo sin vivir en mí...,
en tu conciencia resido,
cálido y seguro nido,
no me destierres de ti.

Mentidores compulsivos,
saqueadores de conciencias,
necesarias residencias
para espíritus cautivos.





Ahí va un cuerpo que siente
y en su sentir se equivoca,
pues su sentido convoca
un delirio permanente.

Sin sentido vaga humano
este ser que se imagina
razonar, cuando alucina
buscando un destino vano.

Vivo sin vivir en mí...,
emboscado en tu mirada
que devuelve, deslumbrada,
la imagen que allí escondí.

Somos quien nos sentimos,
mas no quien nos creemos:
por los sentidos sabemos,
por las creencias mentimos.

Sólo soy cuando me abismo
en las simas de la vida,
cuando, libre en la caída,
me libero de mi mismo.





Todo vivir es negar
nuestra estática condición,
es decir sí a la emoción
que nos obliga a vagar.

Quien más vive más se niega,
más se arroja, más se expone,
más se vierte, más depone
su voluntad, más se pliega.

Vivo sin vivir en mí...,
no es preciso el misticismo
para saber que uno mismo
no es nada encerrado en sí.


*****