jueves, 12 de abril de 2012

Alexandros Makedon: El Gránico





Alexandros Makedon
(A Mary Renault,
eco de Alejandro)
.
El Gránico

I
Luce el alba en los broqueles,
piafan bravos los caballos;
fluye, ajena, la corriente
entre los hombres armados.
Un ejército de luz
por el este va clareando:
el sol dará la señal
del combate, al primer rayo.
Ojos fijos en el frente
asomando bajo el casco,
en una mano las bridas,
la espada en la otra mano;
las rodillas apretadas
en los temblorosos flancos
de monturas que presienten
el combate ya cercano;
las falanges por detrás,
como erizos, esperando;
desplegados los arqueros
en vecinos altozanos.
En un bando están los persas
con helenos mercenarios;
en el otro, macedonios
de su orgullo bien pagados.
Memnón es el general
que comanda a los iranios;
a las fuerzas macedonias
las acaudilla un muchacho.
Aquél, maduro y prudente;
éste, genial y bizarro;
si el rodio es jefe curtido,
el macedonio lo es nato;
si del uno acatan órdenes,
del otro aprecian el mando;
unos luchan por la paga,
los otros por entusiasmo.
El sol dispara certero
el anuncio iluminado
que en el medio de la frente
marca el destino a Alejandro...


II
Lanzando el grito de guerra
ya bajan por el ribazo;
los persas aguantan quietos,
de la otra orilla, en lo alto:
desde allí un diluvio envían
de jabalinas y dardos
que los macedonios sufren
sin cejar en el asalto.
Es la carga tan ardiente
que arrancan chispas los cascos
en el pedernal del río:
el agua en llamas dejando.
Alalalai! Alalalai!
Trepan por el escarpado:
los caballos llevan alas,
los guerreros van alados;
águilas son, que no hombres,
invirtiendo su picado,
cayendo sobre los persas
y los griegos, desde abajo.
(En vanguardia va ese joven,
paradigma de lo bravo,
que, con doce sin cumplir,
a Bucéfalo hizo manso;
el mismo que con dieciocho
derrotara a los tebanos
destrozando aquel temible,
y fiel, Batallón Sagrado;
el que concitó el respeto,
con veinte, por lo preclaro,
inteligente y audaz,
cuando rey lo proclamaron;
quien, salvando el Helesponto,
posesión con el venablo
tomó de aquel continente
en un simbólico rasgo).


III
Ya entrechocan las panoplias,
ya los cuerpos van chocando,
y en el choque, caracteres,
dibujan perfiles claros:
si los defensores truenos,
los atacantes relámpagos;
el fragor de los tambores
contra el fulgor de los rayos.
Amaga por la derecha,
astuto y listo, Alejandro,
allí donde está Memnón
con su guardia, situado;
mas, con un quiebro imprevisto,
altera el itinerario:
hacia el centro ahora bascula
donde espera el alto mando
de los persas, sorprendido
por este golpe de mano
que llega como un ciclón
tumbando todo a su paso;
con él van los Compañeros,
caballeros de alto rango,
hetairoi de Macedonia,
batallón aristocrático;
con tres generales pugna,
y a dos abate en el acto,
como fiero león que es,
de poderosos zarpazos;
mas la Parca citar quiere
al macedonio temprano,
mandando con el tercero
su inexorable recado;
Clito, atento, lo recusa,
expeditivo, de un tajo:
devolviéndole a la Parca
el mensaje con su heraldo.
Ya los persas se desbandan,
ya del griego mercenario
el que no huye pronto acaba,
con derrota, mal cobrando.
Asia da la bienvenida,
en las riberas del Gránico,
a quien al Imperio Persa
disputará cetro y ámbito.



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El orden de batalla en el Gránico
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