miércoles, 18 de abril de 2012

Bertel Thorvaldsen: el Neoclasicismo apolíneo (2)




¿Se puede considerar el bajorrelieve un arte menor de la escultura? Yo creo que no, aunque todo pueda dar a entender que una obra en tres dimensiones es de más difícil ejecución y resolución (que lo es). Aquí, en el bajorrelieve, el equilibrio espacial queda conjugado por el apoyo en las dos dimensiones. El equilibrio se resume, mas que en la gravedad, en la distribución de las formas en un plano.
El bajorrelieve, en cierto modo, es un puente entre la escultura y la pintura, comparte con ésta el sometimiento a un espacio definido, limitado, pero, a la vez, por ello permite la secuencia narrativa. El plano contiene linealidad, algo que no poseen las tres dimensiones; no, al menos, en el grado que aquél permite para colocar esa secuencia inmersa en un ámbito --un fondo--, lo que dará un mayor grado de concreción y valor descriptivo.
Tiene pues, el bajorrelieve, una ventaja sobre la escultura en tres dimensiones: permite desarrollar una secuencia de narración. De hecho, los griegos, lo utilizaron con preferencia para "contar" episodios de su historia y/o mitología. Muchas de sus grandes obras formaron parte de los frisos y metopas de los templos y edificios públicos (algo que imitarían, aunque en menor medida, los romanos).
Se podría decir que las esculturas singulares, en tres dimensiones, ya fueran de grupo o representando una individualidad, podrían ser el equivalente a retratos (imágenes captadas del instante,); en cambio los bajorrelieves fueron, más bien, secuencias fílmicas, escenas dilatadas en el tiempo, incluso, que daban cuenta de las gestas de los héroes o los dioses. Ya no el perfil psicológico de un personaje sino el guión de sus andanzas.
Obviamente, el bajorrelieve también permite el retrato, pero para esta función se usa de una manera más marginal; lo que sí se hace es aprovechar la ventaja descriptiva que el plano ofrece para realizar un retrato más exhaustivo, con mayor cantidad de detalles (los evangelistas con sus símbolos, las alegorías con sus claves, las series significativas con sus paisajes). El bajorrelieve es ideal para enviar mensajes preñados de significación (dos palomos besándose para significar que el personaje femenino "retratado" es Venus, la presencia de una lechuza para reforzar el significado de La Noche, etc).
Por otra parte, en cuanto a un valor fundamental en su génesis, el bajorrelieve, existente desde el Neolítico como expresión preferente del arte con vocación de eternidad, tiene la ventaja sobre la estatuaria en su mayor probabilidad de duración. Es más sencillo salvaguardar una obra realizada en un plano que una en tres dimensiones. Con esa intención nació. Con esa intención fue utilizada por sumerios y acadios, por babilonios y egipcios, por persas y griegos.
Así pues, las ventajas son múltiples: significación, facilidad, economía, duración. Si a esto añadimos la adquisición de un alto virtuosismo (como la realizada por los griegos de los siglos V a III a.d.C.), convendremos en que no solo no es --el bajorrelieve-- una forma menor de escultura, sino una forma diferente y no menos valiosa; sacrificando, quizá, la excelencia representacional por una ganancia significativa.

En esto Thorvaldsen se reafirma como el más clásico de los neoclásicos: fue también quien, de ellos, más incursionó en la forma escultórica del plano en relieve. Ninguno antes que él, ninguno después, lo prodigaría tanto, ni con tanto acierto. Pues no es baladí, tampoco, añadir que algunas de sus grandes obras están realizadas en este formato. El cuerpo femenino está, a mi entender, resuelto con más fortuna: sin llegar a la sensualidad, sus Psychés, sus Ninfas, sus Bacantes, son representadas con mayor dinamismo, con mayor expresividad.
Aun no lo he dicho, y ya va siendo hora: Thorvaldsen es, sobre todo, un gran escultor de la anatomía masculina; no en el mismo grado en la femenina. Es en los cuerpos masculinos donde el escultor danés deja traslucir la emoción, aun siendo estático. El estatismo masculino, tal y como él lo ejecuta, trasuda sensualidad; el femenino, no. Se dice, y con razón, que Thorvaldsen no alcanza la expresividad ni la sutileza de un Canova, tampoco, por tanto, la de un Bernini, ni, à mon avis, la de un contemporáneo suyo: Jean-Jacques (James) Pradier. Y todo ello es verdad.
Si el día de su llegada a Roma (8 de Marzo de 1797) fue considerado por él mismo como una especie de segundo nacimiento, éste en el arte, ese día lo fue de su conexión con el espíritu del clasicismo griego. Thorvaldsen no bebió en las fuentes de Canova, ni de Bernini, ni de Miguel Ángel, no: posó los labios directamente en Fidias y Polícleto, y de ellos sorbió la quietud impasible y desapasionada de sus femeninos, pero también la virilidad --aunque más estilizada-- de sus masculinos.
Es en los bajorrelieves donde la contención se amplifica, trasladada incluso a la secuencia de la acción. Instante detenido, pero instante meditado, pulcro de emoción, pura perfección de la forma: jardín de piedra geométricamente ordenado. Apenas un leve margen al ceño fruncido (Héctor ante Paris y Helena), el esbozo de sonrisa de una pastoril ninfa ante el gesto también contenidamente rijoso del sátiro, la ligera mueca de dolor del cupidon picado por una abeja, la tibia sorpresa amedrentada de un Hilas ante unas náyades parcamente juguetonas,... poco más. Como en la estatuaria, la emoción vendrá por la facilidad para la reproducción, por la habilidad para la representación, no por lo que nos comunique lo representado.
Otra vez más: la proporción de lo apolíneo sobrepasando a lo dionisíaco. Proporción y equilibrio, también en el plano proyectado.

En la siguiente Sección 2 de la Galería dedicada a Bertel Thordvaldsen, siempre para una mejor comprensión, he recurrido a una sistematización absolutamente personal: Mitología, Ciclo Troyano, Series Alegóricas y Religiosas y Otros. Con ello estimo que es más sencillo hacerse una idea sobre la temática y el modo de abordarla de este escultor singular, cuya mayor contribución al mundo del arte en general y de la escultura en particular fue la de acercarse, acercándonos, a una época de esplendor pretérita, y hacerlo con una honestidad absoluta y original (salvando así el seguro riesgo de haberse convertido en un mero imitador dotado).
Recuerdo que en el Museo Thorvaldsen de Copenhague se pueden hallar todas su obras, bien en el original, en mármol, bien en sus copias en yeso o arcilla; además de una gran cantidad de datos (incluida la correspondencia del escultor).

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GALERÍA 

Bertel Thorvaldsen
(1770-1844)

Sección 2
Bajorrelieves

2.1 Mitología

Las Tres Gracias oyendo cantar a Cupido
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Cupido y las Tres Gracias
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Pastora con cesta de Cupidos
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Vulcano, Venus, Cupido y Marte
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Cupido con cisne y Niños cogiendo fruta
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Júpiter y Némesis
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Minerva y Prometeo
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Mercurio entrega Baco a Ino
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Neso y Deyanira
 
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Leda y el Cisne
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Hilas y las Náyades (1)
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Hilas y las Náyades (2)
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Hygieia y Esculapio
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Hércules y Hebe
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Cupido cabalgando un León

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Cupido y los Elementos
 
Cupido en la Tierra (1) y (2)
  
Cupido en el Inframundo - Cupido en el Cielo - Cupido en el Mar
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Cupido, Júpiter y Juno
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Cupido enseña a Venus la picadura de una abeja
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Cupido y Júpiter
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Cupido e Himeneo (1)
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Cupido e Himeneo (2)
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Cupido e Hygieia
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Eros reanima Psique (1)
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Eros reanima a Psique (2)
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Quirón y Aquiles
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Bacante y Sátiro niño
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Cupido y Anacreonte
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Danza de las Musas en el Helicón
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Perseo y Andrómeda
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Sátiro y Pan niño - Sátiro y Ninfa
 
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2.2 Ciclo Troyano

Helena, Paris y Héctor
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Héctor y Andrómaca
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Briseida y Aquiles
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Aquiles y Patroclo - Aquiles y Pentesilea
 
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Príamo pide el cuerpo de su hijo Héctor a Aquiles
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Minerva entrega las armas de Aquiles a Ulises
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2.3 Series Alegóricas y Religiosas

Edades y Estaciones
  
Infancia o Primavera (1) y (2)
   
Juventud o Verano - Madurez u Otoño - Vejez o Invierno
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Las Edades del amor
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Evangelistas
  
Mateo y Marcos
 
Lucas y Juan
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El Día y La Noche
 
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Genios de la Muerte y de la Poesía
 
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2.4 Otros

Cazadora
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Cazador
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Ángeles tocando
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Adán y Eva con Caín y Abel
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Caridad Cristiana
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Alejandro Magno entra en Babilonia
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Alejandro Magno en su carro
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Alejandro Magno prende fuego a Persépolis
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