martes, 7 de agosto de 2012

Perseo y Andrómeda (1)




Introducción

...Eran los tiempos en que los dioses andaban entre los hombres, inmiscuyéndose en sus vidas, compartiéndolas, dirigiéndolas, disputándose su aprecio y su devoción. Eran los tiempos en que lo posible se encaramaba como una hiedra al árbol de la vida. Aún no era el tiempo de la imposibilidad, tampoco el de la tragedia, y sí, quizá, el del paraíso, un paraíso neolítico en el cual dioses y hombres mezclaban sus estirpes, sus sueños y sus ideales. Eran los tiempos gloriosos en que se forjaron los mitos, se crearon los modelos y se fraguaron las imágenes arquetípicas.
...En estos arcaicos y arcanos tiempos tiene lugar el episodio que es el motivo iconográfico de la presente entrada y la siguiente. En él dos destinos cruzados, dos personajes nacidos para encontrarse; ambos son víctimas, ambos resultarán victoriosos. Él, de nombre Perseo, será concebido de una de las más fantásticas maneras con que el todo poderoso Zeus se sirvió para conseguir sus libidinosos y genésicos propósitos (¿qué hubiera sido de las teogonía, teodicea y mitología griegas sin la incontinencia sexual de este dios de dioses? ¿Acaso no será, esa capacidad de impregnación divina de lo mortal, un trasunto de ese constante recrearse del dios origen de todo?): en todos está la sugerente imagen tantas veces repetida de la princesa árgiva Dánae recibiendo la lluvia de oro con que Zeus la hizo suya, preñándola de quien sería el héroe primigenio, el semidiós micénico de cuya simiente provendrían tanto los dánaos como los persas, simiente valiosa como el áureo esperma de la que procedía.
...Ella, Andrómeda, fue una damnificada por la incontinencia verbal de su madre, Casiopea, quien presumiría de la belleza de su hija considerándola superior a la de las nereidas, exceso verbal que provocaría la cólera de éstas y por ende la de su padre Poseidón, quien desataría un feroz castigo sobre las costas del reino impío, Etiopía, enviando, además, a Ceto, vástago suyo cuya apariencia era la de un monstruo marino serpentiforme y draconiano; solo entregando a Andrómeda a la furia del monstruo sería calmada la ira y lavada la afrenta. Andrómeda que era bella como solo las nubias pueden serlo fue encadenada a una roca emergente del mar por mandato de su padre, Cefeo, para obtener el perdón de los dioses ofendidos.

...Estos son los personajes: mortales unos, semidioses otros, dioses, en fin, los demás; y todos revueltos. Nombres sonoros, nombres que fecundan el inconsciente colectivo del mundo occidental y que habitan, nutriéndola invisiblemente, su conciencia en forma de arquetipos cuyo origen muchas veces se ignora. El arte recoge este universo mitológico y lo plasma como un simbólico recordatorio. El espectador mira y capta, y cree reconocer en lo que ve la voz gráfica que vibra calladamente en el diapasón de su alma. Mitemas que el ignorante ignora pero con los que se identifica: algo hay en ellos que está tejido con los mismos hilos con los que se teje su límbica memoria, su simbólica conciencia, su acervo cultural.
...En este episodio, recreado por Ovidio en sus Metamorfosis, se imbrican gestos, actos y actitudes, se exhibe sin pudor la magia de lo posible, lo fantástico se borda a lo natural, el destino se enhebra al esfuerzo, la recompensa se frunce al coraje, la cólera se deshilacha ante la adamantina virtud (areté) del héroe. Perseo, hijo de Zeus, recibirá la ayuda de Atenea y Hermes, de Hades y las Hespérides, pero ha de violentar la voluntad de las Grayas y ajusticiar a Medusa. Dioses agonistas y antagonistas se funden y confunden en el mito. Al final, triunfará el amor y el valor, y la inocente será rescatada, restituida su inocencia, reparada la injusticia, recompensada su pasión: será esposa de un bizarro semidiós y madre de pueblos hegemónicos.
...Son los símbolos de Perseo: el casco de Hades (que lo vuelve invisible --objeto mágico repetido en varios mitos, como el de Sigfrido en la Gesta de los Nibelungos), la espada-hoz de acero que le entregará Zeus (con la que cortará la cabeza a la gorgona Medusa --también presente en la Saga de los Nibelungos: Nothung, reforjada por Sigfrido y con la que matará a Fafner, el dragón), el escudo broncíneo de Atenea (que le servirá par no mirar directamente a los ojos que petrifican: los de Medusa), las sandalias aladas de Hermes (con las que se desplazará velozmente por los aires, y gracias a las cuales descubrirá, de vuelta de su azarosa aventura deicida, a la bella Andrómeda encadenada a la roca), el zurrón mágico de las Hespérides (que le servirá de seguro trasportín para la implacable y siempre funcional cabeza de la mayor y más poderosa de las gorgonas), y, sobre todo, la cabeza de aquella cuya mirada petrifica: su mayor arma, su mayor símbolo (con ella vencerá a Ceto, el monstruo marino, y con ella vencerá a sus encelados enemigos). Algunos, tardíamente, y en base a la concepción ovidiana del mito, sustituyen como vehículo aéreo del semidiós las sandalias de Hermes por el caballo alado Pegaso, nacido --al tiempo que el gigante Crisaor-- de la sangre manada del cuello de Medusa cuando ésta fuera decapitada por el semidiós.
...Son los símbolos de Andrómeda: las cadenas que la esclavizan a la roca-patíbulo y la rotunda, nívea y hermosa desnudez que cautivará al héroe.
...Perseo, que cae irremediablemente enamorado de la bella nada más verla (como se ha señalado, al regreso de su expedición contra Medusa), matará al monstruo marino (lo informe, el caos, la devastación) y la liberará de su funesto destino casándose posteriormente con ella; todo ello, claro está, con la necesaria e imprescindible connivencia y ayuda de los dioses.
...Por fin, Atenea, conmovida por el fiel amor de Andrómeda por Perseo, enmendando el mortal destino de ésta, la fijará por siempre a los cielos en forma de constelación: su ubicación será entre otras que constituyen su familia: sus padres, Cefeo y Casiopea; su esposo, Perseo; y, además, cercana a Pegaso, a cuyos lomos sería llevada por su salvador hacia el dichoso himeneo.
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...Serán dos las entradas dedicadas a este mito; setenta y dos las representacones iconográficas, entre ellas dos realizadas sobre cerámica (platos) y tres esculturas. Abarcan desde el siglo XVI al XX, siendo un muestrario de la más diversa estilística propia a las diferentes épocas.

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GALERÍA

Perseo y Andrómeda: Perspectivas
(1500-1800)

Piero di Cosimo (1513)
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Tiziano (1554-1556)
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Giorgio Vasari (1572)
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Paolo Veronese (1576-1578)
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Cavaliere d'Arpino (1593-1594)
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Cavaliere d'Arpino (1594-95)
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Cavaliere d'Arpino (1620-1630)
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Cavaliere d'Arpino (1594-1598)
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Annibale Carracci and Domenichino (1597)
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Pier Francesco Morazzone (1610)
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Joachim Wtewael (1611)
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Carlo Saraceni (1602-1612)
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Peter Paul Rubens (1622)
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Peter Paul Rubens (1620-1621)
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Peter Paul Rubens (1638)
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Peter Paul Rubens (1639-1640) v 1
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Peter Paul Rubens (1639-1640) v 2
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Peter Paul Rubens (1636)
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Rembrandt Harmenszoon van Rijn (c 1630)
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Guido Reni (1635)
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Pieter Pottel (1642)
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Theodore van Thulden (1606-1669)
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Francesco Maffei (1657-1658)
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Pierre Mignard (1679)
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Michael Willmann (1695)
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François Lemoyne (1723)
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Charles Antoine Coypel (1727)
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Giovanni Battista Tiepolo (1730)
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Charles André Van Loo (1735-40)
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Anton Raphael Mengs (1774-1777)
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Nicola da Urbino (plato de cerámica policromada, 1524)
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Nicola da Urbino (plato de cerámica policromada), c 1520
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Nicola da Urbino (plato de cerámica policromada. Color verdadero), c 1520
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Perseus and Andromeda - Porcellan Bildplate
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ESCULTURA
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Domenico Guidi
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Pierre Puget
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