sábado, 8 de diciembre de 2012

La Femme Fatale: de Lamias, Circes y otras hierbas... alucinógenas





Parecía, al mismo tiempo, una sufriente dama élfica,
una especie de amante del demonio, o el demonio mismo.
Sobre su cresta brillaba una tenue llama
salpicada de estrellas como la diadema de Ariadna;
su cabeza era de serpiente, pero ¡Oh, tan agridulce!
Tenía la boca de una mujer con sus perlas completa;
y en cuanto a sus ojos: ¿Qué podrían hacer esos ojos
excepto llorar y lamentar haber nacido tan bellos?
Lamia. John Keats

De la Fatalidad
...En el mismo término "fatalidad" se da un doble significado que, no obstante ser de doble y distinta naturaleza, el uso ha dado por hacerlo confluir en un único y equivalente sentido: desgracia irremisible. Y eso se lo debemos a los griegos y al sentido trágico de la vida que a partir de Esquilo, Sófocles y Eurípides --los más insignes, entre otros-- influiría no sólo en toda la literatura posterior, sino en la misma consideración existencial. Pero no nos olvidemos, y mejor será  para precisar correctamente los matices que aquí se harán para diferenciar unas de otras femmes fatales, que según el DRAE, Fatalidad, tiene, además del de cualidad de lo fatal (1ª acepción), los sentidos de: 2ª) Desgracia, desdicha, infelicidad; y 3ª) Hado, destino. ¿Y qué es esa cualidad de lo fatal a la que remite el término? Porque en el mismo DRAE, bajo la palabra "fatal" se nos presentan nada menos que 6 acepciones; eso sí, salvo la 5ª, que remite a un atributo del Derecho (dicho de un plazo o término: Que es improrrogable), las demás se reparten y giran en torno a los mismos sentidos ya expresados para fatalidad: el de algo desgraciado e infeliz, malo o rematadamente malo, por un lado (2ª, 3ª y 6ª acepciones); y el de inevitable, o perteneciente o relativo al hado, por otro (2ª y 4ª acepciones).

...Avancemos y dejemos expeditas las veredas que conducen --y recuperan, adecuándolo-- el significado original y exacto contenido en cada una de estas acepciones para poder, después, hablar con propiedad sobre lo fatal que nos interesa. Que una desgracia es algo malo no ofrece muchas dudas (en principio); que la desgracia hace infeliz, tampoco. Lo inevitable y lo relativo al destino, en cambio, son atributos neutros: pueden ser malos o buenos (aunque, repito, con la historia y el uso, la balanza se ha ido inclinando al más negativo de los sentidos). Es hasta cierto punto lógico que sentidos diversos conviviendo en la misma palabra puedan llegar a contagiarse entre sí; y eso es lo que ha terminado por suceder con fatal y fatalidad: ha sido inevitable el contagio, y el destino (y más aún el término hado --quizá por su alusión trágica) ha terminado por convertirse en algo cuanto menos, preocupante. El súmum acaece cuando ambos sentidos se suman, obteniéndose así una acentuación de cada uno de ellos, ya la suma sea hacia un lado, ya sea hacia el otro: cuando una desgracia es inevitable, cuando un destino es funesto, se llega al cóctel más negativo posible en la utilización del término fatal. Nunca se utiliza el término fatalidad para denotar un destino positivo, sino más bien utilizamos el de "fortuna" (que, en rigor, también podría ser buena o mala, pero que el uso ha acabado por asociar al sentido positivo); y sí, a menudo, decimos del destino adverso que es una fatalidad (sin tener que precisar el sentido con que lo aplicamos: ya va el negativo implícito). Decir de alguien que le espera la fortuna o que le aguarda la fatalidad es precisar su buen o mal destino. Fatalidad, pues, es lo que acaece de forma inevitable, irremisible, que suele ser, por añadidura, adverso, conllevar la desgracia, y, en resumidas cuentas, algo malo para la vida del que la padece.


La Femme Fatale
..."Femme Fatale", en su expresión francesa --y consagrada en su uso universal para el arquetipo que es motivo de este estudio--, o Mujer Fatal en su equivalente español, teniendo en cuenta lo que ha sido consignado en el párrafo anterior, sería la mujer que de alguna forma --que habremos de determinar y delimitar-- se convierte en destino inexorable, implicando desgracia irremisible, en fin, algo malo, para quien cae en su área de influencia, e incluso, para ella misma (pues que si algo cobra el funesto destino es su factura por los servicios prestados). Y es en este su ser fatal donde confluyen las circunstancias que justifican semejante título. Decir de una mujer que pertenece al exclusivo club de las Femmes  fatales, es colocarla poco menos que al otro lado de la raya, en esa frontera que separa lo considerado como normal y/o convencional --si sea especial, excelso o extraordinario-- de lo contaminado por vapores sulfurosos, valga decir de lo infernal o demoníaco.
La femme fatale es una devoradora de cuerpos, una subyugadora de voluntades, una hipnotizadora del entendimiento, una vampira de la vitalidad ajena (y de sus sangre, obviamente). Y para cumplir con éste su avieso y depredador objetivo se sirve de varios instrumentos: unos son físicos (su belleza, su sexualidad), otros son psíquicos (su capacidad de seducción, sus armas de mujer) y otros son cognitivos/taumatúrgicos (es frecuentemente hechicera, maga, bruja, que utiliza de forma artera su arcano saber extraído directamente de la tierra, a la que está íntimamente conectada). En estas cuatro funcionalidades se mueve cualquiera de los muchos tipos y/o figuras que la Historia y la Ficción nos ha legado...

...Porque la Femme Fatale ha existido siempre, desde que el hombre es hombre y la mujer, mujer. Y en este "existir siempre" abarco tanto la realidad como su sombra: lo imaginario. Es más, a lo literario le debe el nombre, acuñado en época de novela negra, terror y misterio (a finales del siglo XIX y comienzos del XX). Después saltaría, por extensión, al terreno de lo normativo hasta nombrar el arquetipo que reúne, en un sólo término, los muchos y variados casos que a lo largo de las épocas han encarnado figuras prototípicas de un comportamiento afín. Así, desde las bíblicas mortales Eva (fatalidad la suya, donde las haya, disfrazada de ingenuidad), Lilith (la primera femme fatale, autónoma y rebelde ante la fatalidad de un destino dictado por el hombre), Judith (la femme fatale por designio de Dios; imagen invertida de la oficiosa), Dalila (la primera en seguir al pie de la letra el canon de femme fatale forjado después) o Salomé (femme fatale  a su pesar, aunque la tradición posterior, y la sugerencia contenida en el personaje, la hicieran ejercer por pleno derecho de una de las caras más malvadas con la que la fatale se presenta), pasando por la divinidad acadia Ishtar, la sumeria Inanna o la fenicia Astarté (todas ellas, en origen, diosas tanto del amor como de la guerra, es decir, tanto de la Vida como de la Muerte, necesarias ambas para la evolución; por tanto también diosas de la Fertilidad), las también deidades griegas Afrodita (que en su versión más negativa ejerce de irresistible femme fatale), Circe (maga entre las magas, la primera de la Historia -legendaria- en ejercer la hechicería para sus fines), la Esfinge (aunque de forma menos clara, pues de sexo algo confuso, el busto la delata como mujer, y por tanto, habida cuenta de que la fatalidad de su proceder no deja lugar a dudas, prototipo intelectual de femme fatale -frialdad incluida), las Naiades o las Sirenas (ninfas, unas, de los ríos; y otras del océano, que con su canto y bellos cuerpos provocan la perdición de los hombres por ellas atraídos), y las mortales Helena (de infausta memoria para la bien amurallada Ilion -vulgo Troya), Clitemnestra (¡ay, Agamenon!, la gloria que lograste saqueando la ciudad sagrada de Príamo te sería mal recompensada por la traición homicida de tu esposa) o Medea ("la desdichada", víctima del amor, más que verdugo; no obstante, verdugo de tantos -Padre y hermano incluidos. Aunque ganara la inmortalidad por los servicios prestados a Jasón en la imposible empresa de hacerse con el Vellocino de Oro, pasaría toda la eternidad en los Campos Elisios rumiando sus infamias --o su mala suerte); casos especiales son las Lamias y los súcubos, seductoras impenitentes y temibles, precursoras directas de los vampiros, que se prodigarían por bosques amenazadores y callejuelas de dudosa luz mortecina a la caza de sus presas. De las históricas, quizá, el ejemplo más representativo sea Cleopatra, capaz de encandilar a todo un Julio César (aunque no obnubilarlo), y posteriormente seducir al valedor de éste, Marco Antonio, con quien viviría una tórrida y apasionada relación. La derrota del coaligado ejército egipcio-antoniano ante Octavio Augusto en Accio daría lugar al propio suicidio de ambos amantes -Cleopatra y Marco antonio-; siendo el del último faraón(a) uno de los más celebrados y pictóricamente representados episodios de muerte viperinamente inducida de la Historia.

...Así hasta llegar a nuestras Femmes Fatales de andar por casa, vagas emanaciones de las antes citadas, personajes de carne y hueso que se contentan con robar corazones y arruinar algunas pocas vidas de incautos, ingenuos o demasiado confiados: aquí se incluiría una Mata-Hari a la cabeza de todas las espías que en el mundo son o han sido y multitud de personajes de ficción surgidos de la literatura o el cine. Por extensión, y excesiva generosidad en la aplicación del término, cualquier mujer investida de un dominio excepcional, capaz de utilizar sus armas de mujer con aviesas intenciones de control sobre la voluntad del otro; o aquella otra, de vanidad y egoísmo insaciables, que, aunque quizá de modo inconsciente, también participa del aura de la mujer fatal.
Unas se ciñen al arquetipo por atesorar más de fatales por la desgracia que comportan e infligen, otras por ser destinos inexorables (aun a su pesar), otras por serlo inducidas, otras por ejercerlo con autonomía, otras porque ellas mismas no son sino instrumento de una fatalidad pre-existente, otras, en fin, de forma inconsciente e involuntaria, hasta equívoca o contradictoria (sería el caso de la Madonna de Munch, en el que está representada una Virgen María que haría las delicias de algunas fantasías inconfesables. Si esto parece impío, ¿cómo calificar y/o justificar ese fanático marianismo in-penitente?). La femme fatale está siempre ahí, a la vuelta de la esquina, de un anuncio de la tele, de un cartel de cine, de un personaje memorable, de un club nocturno o de una playa soleada. Es un espécimen tremendamente adaptable que medra en todo tipo de ambientes, aun en los más insospechados: cualquier lugar en que se halle el deseo insatisfecho de un ser humano.


La Belle Dame sans Merci como femme fatale
...Concreto dentro de lo singular es el caso de la Belle Dame sans Merci. John Keats, quien también escribiera un largo poema sobre Lamia, fue especialmente sensible a la influencia femenina; tanto negativa como positiva. Por eso describe tan bien tanto las mieles como la amargura, del amor. En La Belle... comienza el caballero (¿el propio Keats?) siendo un enamorado típico; la Dama una dama al uso -aunque algo misteriosa y salvaje, en todo caso, nada inusual. Poco a poco, el desdichado, a medida que cae en la tela de araña que la sans Merci teje en torno a él (confeccionada con miradas, suspiros y melodía encantada) irá perdiendo el control y el pie, comenzará a flotar en un miasma imperceptible que lo aísla del suelo, de la realidad. Después, cuando la Belle sans Merci siente que ya lo tiene hipnotizado, le aplica el tratamiento de choque: los filtros que raptan su voluntad (dulces raíces de delicados sabores, rocío celestial), y se lo lleva a la guarida. Allí ya no hay salvación: lo seduce, lo abduce y lo induce a penetrar en un sueño eterno de sombras fantasmales. Keats nos describe la secuencia con maestría y belleza incomparables (¡tanto dice con tan poco! ¡Tan bello lo dice!).

...Poema éste representativo del romanticismo más lírico, también más ideal, más fantástico. Estoy seguro de que no es ajeno a ese pulso anímico, de profunda emoción y apariencia sencilla, que late en la mejor obra de Keats --esa escrita en sus últimos tres años-- la presencia inapelable de la muerte. Como si ella, la segadora esquelética, le hubiese susurrado versos sólo al alcance de aquellos que moran al otro lado de la frontera de nunca jamás. Como si él mismo, caballero abducido, ya se viera entre fantasmales reyes y princesas y caballeros, suspirando por un Belle Dame sans Merci ya desaparecida, atareada en su infatigable labor de seducción. Por eso cuando le previenen, cuando es avisado, cuando ya ha traspasado totalmente la línea divisoria, ella  no está; porque ella no pertenece a aquel mundo. O, para mejor decir, es de aquel mundo pero su función la sujeta en éste: es la encargada de acarrear almas al otro lado.

...Cabría decirse si en todo amor, tanto satisfecho como insatisfecho, tanto feliz como infeliz, tanto real como irreal, no hay una parte de Belle Dame sans Merci que induce a la locura, al extravío, a la enajenación, afuera de sí mismo, hasta el punto de preferir no querer regresar, a tener que hacerlo sin la bendita embriaguez enajenadora. Así las cosas, ¿Deberíamos acaso concluir que lo irremisible, la fatalidad, la desgracia engalanada de seducción, que la femme fatale representa no es sino producto de nuestra propia mente, de nuestro propio alma? Es, acaso, ese reguero que constituye nuestro rastro de impotencias, deseos insatisfechos, anhelos imposibles, esperanzas irrealizables, traumas acaecidos en la frustración subsecuente a ese toparse continuamente con una realidad limitante, el que predispone al alma para sufrir la acción de la femme fatale?. Si esto fuera así, deberíamos deducir que todo ser humano tiene un precio emocional. Dime cuáles son tus fantasías, tus carencias, tus fisuras, y te enviaré a una femme fatale personalizada (hombre o mujer, tanto da) capaz de robarte el corazón, el cuerpo y el alma.

-o-

GALERÍA

FEMMES FATALES

LAMIA
.
Lamia - John William Waterhouse (1905)
.
Lamia - John William Waterhouse
.
The Kiss of the Enchantress - Isabel Lilian Gloag (1890)
.
Lamia - Herbert James Draper (1909)
.
Anna Lea Merritt (1844-1930)
.
Lamia - Richard Hescox
.
Lamia - Roberto Ferri (2010)
.

CIRCE
.
Circe (1531) - Dosso Dossi 
.
The Witch Circe Poissons Odysseus' Friends (1580) - Alessandro Allori
.
Bartholomeus Spranger (1585)
.
Circe (1650) - Giovanni Benedetto Castiglione
.
La Maga Circe (s XVII) - Giovanni Domenico Cerrino
.
Charles Hermans (1839)
.
Circe (Circe teaching Comus the Art o Magic) - Frederick Richard Pickersgill (1851)
.
Circe and Scylla (1886) - John Melhuish Strudwick
.
Circe (1889) - Bright Barker 
.
Circe offering the Cup to Ulises (1891) - John William Waterhouse
.
Circe offering the Cup to Ulises (1891) - John William Waterhouse
.
Circe Invidiosa (1892) - John William Waterhouse
.
Circe (1904) - Adolphe Mossa
.
The Sorceress (Circe) (1911) - John William Waterhouse
.
Circe (1911) - Beatrice Offort
.
Circe - Franz von Stuck
.
Circe - Franz von Stuck 
.
Circe (1920) - Alice Pike Barney
.
Circe (1927) - George Grosz 
.

LA ESFINGE
.
Jean-Auguste-Dominique Ingres (1808)
.
Gustave Moreau (1864)
.
Oedipus the Wayfarer
.
Franz von Stuck (1904)
.
The kiss of the Sphinx 
.
The kiss of the Sphinx 
.

DALILA
.
Samson and Delilah (1609-10) - Peter Paul Rubens 
.
The Capture of Samson (Delilah) (c 1600) - Peter Paul Rubens 
.
Samson and Delilah (1874) - Albert Alexander Paul Rouffio
.
Dalila (1890) - Gustave Moreau
.
Samson and Delilah (1882) - Gustave Moreau
.
Samson and Delilah (1882) - Gustave Moreau
.

Samson and Delilah (1910) - Max Lieberman
.
Samson and Delilah (1901) - Max Lieberman
.
Samson and Delilah (1887) - Joseph Solomon 
.
Samson and Delilah (1887) - Joseph Solomon 
.

MATA-HARI
.
Mata-Hari

  
 
  
.

OTRAS FEMMES FATALES
.
The Pearls of Aphrodite (1907) - Herbert James Draper
.
Lilith (1892) - John Collier
.
Eve - Joseph Solomon
.
Adam and Eve - Franz von Stuck
.
Helen of Troy - Gustave Moreau
.
Cleopatra - Alexandre Cabanel
.
Hylas and the Water Nymphs ( 1896) ) - John William Waterhouse
.
Ulysses and The Sirens (1909) - Herbert James Draper
.
The Sin (1893)
.
The Sin (1893)
.
Sensuality (v 1) - Franz von Stuck
.
Sensuality (v 2) - Franz von Stuck 
.
Sensuality (v 3) - Franz von Stuck
.
Vampire (1894) - Edvard Munch
.
Vampire (1893-94) - Edvard Munch
.
Madonna (1894-95) - Edvard Munch
.
 
Bat-Woman (1890) - Jospeh-Louis Pénot   //  Visión - Carolus Duran (1838-1927)
.
-o-o-

APÉNDICE MUSICAL

La Femme Fatale más célebre de la música moderna la compuso e instrumentó The Velvet Underground, la cantó Nico y es el 3º tema de uno de los mejores álbumes de la historia de la música Rock: The Velvet Underground & Nico, primer LP de la banda más influyente de todos los tiempos, editado en 1967. Aquí el álbum completo, y, además, el corte "Femme Fatale" en un vídeo ad-hoc, con subtítulos en español.

-o-o-o-