viernes, 14 de diciembre de 2012

Lafcadio Hearn: Odiseo en Japón (I)







Todos somos crisálidas del infinito; cada uno contiene un Buda espiritual,
y los millones de Budas no son sino uno. Toda la humanidad es, en potencia,
el Buda por venir, soñado al través de las edades.
Kokoro. Lafcadio Hearn.


Acerca de Lafcadio Hearn. Nota Biográfica

.....Quizá la sangre de Odiseo y Gallahad -extraña y caprichosamente mezclada en sus venas- fuera la culpable de ése su carácter inconformista y errabundo, quizá también de su gusto y afición por lo exótico y fantástico.  Pero lo cierto es que Lafcadio Hearn, insospechado greco-irlandés por nacimiento, se exilió de su tradición cultural para, en su propio viaje de regreso a una Ítaca ignota, abrazar otra tan diferente como la nipona, adaptando tanto sus costumbres como sus creencias (se convirtió al budismo por convencimiento e íntima sintonía) y llegando incluso a adoptar un nombre japonés: Koizumi Yakumo.
A los cuarenta años, Lafcadio, harto o asqueado del modo de vida occidental, de su modelo consumista y alejado de la naturaleza, desconectado espiritualmente de ella, enajenado del pulso con que lo trascendente vibra en las cosas, aprovechó un viaje de trabajo como corresponsal de una revista americana a Japón para quedarse allí hasta su muerte. En aquel remoto país isleño descubriría todo aquello que su sensibilidad e imaginación echaba de menos; rompió lazos con Occidente y cual Odiseo inverso decidió hacer de su viaje la meta. Quizá, realmente, su alma perteneciera a esas tierras de Sol Naciente, y no hiciera más que regresar al lugar donde un día, en otra vida, residió. Es difícil aventurar certezas en lo tocante una entidad tan especulativa como el alma, pero no de otra forma pueden explicarse esas extrañas afinidades que, surgidas súbita y sorprendentemente, son capaces de dar un decisivo golpe de timón al destino de las gentes.
Le venía a Lafcadio el nombre de su lugar de origen: la isla de Léucade -vecina a Itaca precisamente-, en la costa noroccidental de la península helena. Si nos es familiar este topónimo se debe, entre otros motivos, a que en otro lugar de este blog ya surgió anteriormente: Safo, la gran poetisa lesbia (a quien dediqué un post), tiene la culpa, pues que se lanzaría desde su archifamoso promontorio sobre el mar buscando acabar con su vida --cosa que logró- por acabar con su desamor -cosa que, presumiblemente, también lograría. Era este promontorio un saliente de uno de los muchos acantilados calcáreos que dan nombre a la isla por su blancura, acondicionado de manera natural (y señalado con un pedestal) como la palanca de un trampolín olímpico, pero a mayor altura. El fondo rocoso de los rompientes hacía que el salto no tuviera garantías de éxito, pero sí reunía, por ese mismo motivo, condiciones para investirlo del carácter fatalista y decisivo necesario para el fin que pretendía, y al que debía la fama: servir de piedra de toque para resolver problemas amorosos. Se decía que quien, tras el salto, salía indemne de las aguas se vería libre de las angustias y zozobras propio del mal de amores. No era para menos: el acto de determinación preciso par someterse a tan arbitrario juez como es el azar, a la hora de poner en riesgo la vida, debería actuar de tratamiento de choque. ¿Si se salía con bien, cómo dudar de que los dioses estaban al lado de uno? Y si no se salía se acababa de una vez con el sinvivir de un amor no correspondido.
La cantidad de almas en pena que con toda probabilidad vagarían por aquellas costas y medraran por aquella isla (ya se sabe que un alma arrancada de forma violenta de la vida, y más si es por decisión propia, vagará por fantasmal tierra de nadie durante eones, hasta que purgue o vengue el criminal acto) habrían de impregnar el inconsciente de Lafcadio mientras se gestó en el vientre de su madre, y, a buen seguro, fecundarían su conciencia durante la niñez pasada en la isla.

.....Fue su madre una campesina griega natural de Citera, y su padre un cirujano militar irlandés que servía en el ejército imperial británico. Era la época en que el "God Save the Queen" se escuchaba en todos los rincones del mundo conocido, e intentaba, intrépido, hacerse oír en los rincones aún por conocer. De su familia paterna le vendría también la veta bohemia, pues un tío suyo, hermano de su padre, fue pintor perteneciente a la Escuela de Barbizón, tendencia adscrita al realismo y surgida como reacción al más formalista romanticismo imperante (Delacroix).
Pocos años pasaría Lafcadio contemplando el sol ponerse en aquel glauco horizonte del Mar Jónico.
Siendo niño aún viajaría con sus padres a Dublín. Una vez allí, la desbandada: su padre, destinado a las Indias Orientales, abandonó a mujer e hijo; su madre, volvería a Grecia. Lafcadio quedaría a cargo de una tía paterna empeñada en engastarlo a la vida eclesiástica. Miope de nacimiento, para más inri perdería un ojo en un accidente. Con lo que tenemos la infancia de nuestro protagonista marcada por la fatalidad y el abandono; posiblemente debió ser un ambiente bastante triste. Pero como suele suceder en estos casos, las carencias emocionales se suplen con imaginación desbordante y espíritu de superación (si la naturaleza es compasiva). Lafcadio asistiró a colegios católicos de Irlanda, Inglaterra y Francia. En ellos adquiriría el dominio de sus respectivos idiomas, al que se añadiría el español. Después ello le sería de ayuda profesional, dedicándose con éxito a la traducción de clásicos franceses (Maupassant, Flaubert), y españoles (sobre todo relatos). Ello también le valdría para estructurar y alimentar una imaginación fantástica tendente por naturaleza (y carencia) al sentimentalismo y el sensacionalismo. (continúa en el siguiente post)

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Tres calas en KWAIDAN

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Ubazakura
.....Hace trescientos años, en la aldea de Asamimura, distrito de Osengôri, provincia de Iyô, vivía un buen hombre llamado Tokubei. Este Tokubei era la persona más rica del distrito, y el muraosa, o jefe de la aldea. La suerte le sonreía en muchos aspectos, pero alcanzó los cuarenta años de edad sin conocer la felicidad de ser padre. Afligidos por la esterilidad de su matrimonio, él y su esposa elevaron muchas plegarias a la divinidad Fudô Myô Ô, que tenía un famoso templo, llamado Shaioji, en Asamimura.
.....Sus plegarias no fueron desoídas: la mujer de Tokubei dio a luz una hija. La niña era muy bonita, y recibió el nombre de O-Tsuyu. Como la leche de la madre era deficiente, tomaron una nodriza, llamada O-Sodé, para alimentar a la pequeña.

.....O-Tsuyu con el tiempo se transformó en una hermosa muchacha, pero a los quince años cayó enferma y los médicos juzgaron irremediable su muerte. La nodriza O-Sodé, quien amaba a O-Tsuyu con auténtico amor materno, fue entonces al templo de Saihoji y fervorosamente le rogó a Fudô Sama por la salud de la niña. Todos los días, durante quince días, acudió al templo y oró; al cabo de ese lapso, O-Tsuyu se recobró súbita y totalmente.
.....Hubo, pues, gran regocijo en casa de Tokubei; y éste ofreció una fiesta a los amigos para celebrar  el feliz acontecimiento. Pero en la noche de la fiesta O-Sodé cayó súbitamente enferma; y a la mañana siguiente, el médico que había acudido a atenderla anunció que la nodriza agonizaba.
Abrumada por la pena, la familia se congregó alrededor del lecho de la moribunda para despedirla, pero ella les dijo:
.....--Es hora de que os diga algo que ignoráis. Mi plegaria ha sido escuchada. Solicité a Fudô Sama que me permitiera morir en lugar de O-Tsuyu; y este gran favor me ha sido otorgado. Por tanto, no debéis deplorar mi muerte... Pero quiero pediros algo. Le prometí a Fudo Sama que haría plantar un cerezo en el jardín de Saihoji, en señal de gratitud y conmemoración. Ahora no podré plantarlo con mis propias manos: os ruego, pues, que lo hagáis por mí... Adiós, amigos míos; y recordad que me alegró morir por O-Tsuyu.

.....Después de los funerales de O-Sodé, los padres de O-Tsuyu plantaron un joven cerezo -el mejor que pudieron encontrar- en el jardín de Saihoji. El árbol creció y floreció; y el día decimosexto del mes segundo del año siguiente -el aniversario de la muerte de O-Sodé- se cubrió maravillosamente de flores. Continuó dándolas durante doscientos cincuenta y cuatro años -siempre el decimosexto día del mes segundo-; y esas flores, blancas y rosadas, eran semejantes al pezón del pecho femenino, y parecían rezumar leche. Y la gente lo llamó Ubazakura, el Cerezo de la Nodriza.



2
Mujina
.....En el camino de Akasaka, en Tokio, hay una cuesta llamada Kii-no-kuni-zaka, es decir, la Cuesta de la Provincia de Kii. Ignoro por qué se llama la Cuesta de la Provincia de Kii. A un lado de la cuesta hay un antiguo foso, muy profundo y muy ancho, cuyas verdes orillas se elevan hasta una zona de jardines; y al otro lado del camino se extienden las largas e imponentes murallas de un palacio imperial. Antes de la época de los faroles callejeros y las jinrikishas, este paraje era muy solitario durante la noche; y los peatones que viajaban a horas tardías preferían desviarse varias millas antes de ascender el Kii-no-kuni-zaka a solas, después del crepúsculo.
.....Todo a causa de una Mujina que solía pasearse por el lugar.

.....El último hombre que vio a la Mujina fue un viejo mercader del barrio de Kyôbashi, muerto hace treinta años. Esta es la historia tal como él la refirió:
.....Una noche, a horas tardías, el mercader ascendía el Kii-no-kuni-zaka, cuando vio a una mujer en cuclillas junto al foso; estaba sola y lloraba con amargura. Temiendo que la mujer quisiera ahogarse, él se detuvo para ofrecerle cuanta ayuda o consuelo estuviera en su manos. Ella vestía con elegancia y tenía un aspecto grácil y ligero; llevaba el cabello peinado como el de una joven de buena familia.
.....--O-jochû* -exclamó el mercader acercándose-, O-jochû, no lloréis de ese modo... decidme qué os aqueja, y si hay algún modo de ayudaros, yo me ofreceré gustoso.
.....(El mercader era sincero en sus palabras, pues era hombre de buen corazón). Pero ella continuó llorando, y ocultaba el rostro en una de sus amplias mangas.
.....--O-jochû -repitió el mercader con dulzura-, os ruego que me escuchéis. Este lugar a estas horas no conviene a una dama. ¡No lloréis, os lo imploro! ¡Sólo decidme cómo puedo ayudaros!
.....Ella se incorporó con lentitud, pero le volvió la espalda y prosiguió con sus gemidos y sollozos. Él le puso la mano en el hombro, rogándole:
.....--¡O-jochû! ¡O-jochû! ¡O-jochû!
.....Entonces la O-jochû se volvió, apartó la manga y se golpeó la cara con la mano; y el hombre vio que en ese rostro no había ni ojos ni boca ni nariz... y se alejó con un alarido.
.....Subió por el Kii-no-kuni-zaka, corriendo sin cesar, cercado por la tiniebla. Corría sin atreverse a mirar atrá; y al fin vio una luz, tan distante que parecía el destello de una luciérnaga; se dirigió hacia ella. No era sino el farol de un vendedor ambulante de soba**, quien había acampado junto al camino; pero cualquier luz y cualquier compañía humana era bienvenida después de semejante experiencia; y el mercader se arrojó a los pies del venderor de soba, sin dejar de gemir.
.....--¡Koré! ¡Koré! -exclamó el vendedor- ¡Basta! ¿Qué le ocurre? ¿Alguien le atacó?
.....--No... nadie me ataco -jadeó el otro-... solo que... ¡Ah! ¡Ah!
.....--¿Sólo lo asustaron? -preguntó el vendedor con brusquedad- ¿Salteadores?
.....--No, salteadores no, salteadores no -musitó el aterrado mercader-. Vi... vi una mujer... junto a la fosa... y me mostró... ¡Ah! No puedo decirle lo que me mostró.
.....--¡Eh! ¿era algo parecido a esto lo que le mostró? -gritó el vendedor de soba, golpeándose la cara. ésta se transformó en un huevo. Y, simultáneamente, se apagó la luz.

O-jochu (honorable damisela): una forma de cortesía empleada al dirigirse a una joven desconocida (N. del A.)
** Soba es una comida preparada a base de alforfón, algo parecido a los fideos (N. del A.)




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GALERÍA

100 Vistas famosas de Edo 
Utagawa Hiroshige
(1797-1858)

100 Vistas Famosas de Edo es la serie más conocida de las muchas que uno de los más ilustres  artistas de Ukiyo-e (Estampas del Mundo Flotante), Utagawa (Ando) Hiroshige, realizara. Especializado sobre todo en los temas paisajistas y costumbristas (son también célebres sus series sobre el Monte Fuji, las estaciones de las Carreteras de Tokaido y Kisokaido, o las vistas características de las 60 provincias singulares), Hiroshige no dejó de realizar incursiones en cualquier faceta de la vida japonesa: bellezas femeninas (Bijin-Ga), flores, aves y otros animales.
La serie presenta muchas de las vistas más famosas y peculiares que ofrece la Capital Imperial y su distrito. Utilizando como hilo conductor el paso de las estaciones, estas "vistas" se hilvanan así a los cambios que el paisaje, y la vida humana alrededor de él, sufren a lo largo de la Primavera (42 estampas), el Verano (30), el Otoño (26) y el Invierno (21). 
En este post se ofrece la primera de las estaciones: la Primavera.
Haciendo click sobre la imagen se podrá disfrutar de su visionado en tira de imágenes; con el botón derecho del mouse se podrá acceder a una pestaña nueva donde ver la imagen en mayor resolución y tamaño.

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Primavera


1. Clearing weather after snow at Nihon Bridge - 2. Kasumigaseki - 3. Yamashita-cho and outer Sakurada
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4. Tsukuda Island from eitai Bridge - 5. Ekoin, the Ryogoku Disctrict and Moto Yanage Bridge - 6.  Hatsune Riding Ground at Bakurocho
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7. Cotton Goods Shops on Odemmacho - 8. Surugacho - 9. The Eight Streets and Sujichigai
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10. Dawn at the Kanda Miojin Shrine - 11.  The Kiyomizu Temple and Shinobazu Pound at Ueno - 12. The Yamashita District of Ueno
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13. Hirokoji Street in Shitaya - 14. Temple Gardens in Nippori - 15. Suwa Bluff near Nippori
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16. The Flower Mansion on Dango Slope in Sendagi - 17. View to the Nord from Mt. Asuka - 18. The Inari Shrine at Oji
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19. The Dam on the Otanashi River near Oji, commonly called the Great Waterfall - 20. Zenko Temple and the Ferry at Kawaguchi - 21. Atago Hill in Shiba
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22. The Furu River at Hiroo - 23. Chiyo Pond at Meguro - 24. The New Mt Fuji in Meguro
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25. The Original Mt Fuji in Meguro - 26. The Eight View Slope and the Armor Hanging Tree - 27. The Plum Orchard at Kamata
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28. Goten Hill at Shinagawa - 29. The Original Hachiman Shrine at Suna Village - 30. The Plum Orchard at Kameido
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31. The Intertwined Catalpa Trees at Azumo Grove - 32. Yanagishima - 33. Barges on the Yotsugi-dori Canal
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34. Night Hill of Matsuchi Hill and the San'ya canal - 35. Massaki and the Sujin Grove by the Sumida River - 36. Sujin Grove, the Uchi River and Sekiya Village from the Vicinity of Masaski  
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37. The Kilns by the Ashiba Ferry on the Sumida River - 38. Dawn Clouds at the Licensed Quarter - 39. Distant View of Kinryuzan Temple and Azuma Bridge
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40. Basho's Hut on Camellia Hill beside the Aquaduct at Sekiguchi - 41. Hachiman Shrine at Ichigaya - 42. Cherry Trees in Bloom along the Enbankment of the Tama River   
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