jueves, 13 de febrero de 2014

Gradiva (II) - GALERÍA: SAlvador Dalí: El Desnudo y Lo Erótico. Dibujos (2)


    




GRADIVA

Un Romance basado libremente en la
 fantasía pompeyana homónima de Wilhelm Jensen

IV
El sueño

Pasa las horas absorto
con la mirada en la estela
que parece cobrar vida
cuando el crepúsculo llega
bañando de luz cambiante
los perfiles de la piedra:
parece entonces Gradiva
marchar entre candilejas
siguiendo al carro de Apolo
que hacia el ocaso se aleja.

Ya en la noche, mientras duerme,
Norberto con ella sueña.
La ve caminar airosa,
tal cual el mármol la muestra,
por una calle empedrada
de la romana Pompeya;
es Agosto, Veinticuatro
(el Vesubio ruge y tiembla),
del año Setenta y Nueve
(pronta a estallar su caldera).
La ve caminar absorta
y dirigirse ligera
hacia el templo donde a Apolo
los pompeyanos celebran.
Norberto inquieto la llama,
prevenirla, en vano, intenta,
del infausto cataclismo
que desde el volcán acecha.
Gradiva a su voz responde
con un giro de cabeza,
y prosigue su camino
sin atender la advertencia;
ya en el pórtico del templo
en una grada se sienta,
para después reclinarse
quedándose como yerta,
palideciendo su piel
que marmórea se le muestra...
grita Norberto y... gritando,
angustiado, se despierta:
la imagina sepultada
por cenizas y pavesas,
mas el alma proyectada
en el alma de la piedra,
detenida en bello gesto,
grácil marchando y eterna,
en busca de quien rescate
su memoria nunca muerta.

La obsesión sigue creciendo,
la pasión también aumenta.
Una mañana temprano
desde la ventana observa,
Norberto, el andar ansiado
que engulle, fugaz, la niebla.
Sin pensarlo allá se lanza,
sin percatarse siquiera
que por la calle, en pijama,
va detrás de una entelequia.
Burlado y escarnecido
hacia su casa regresa,
para sentarse en su estudio
y ensimismarse en la estela.
Allí, mirando sin ver,
Norberto despierto sueña,
cuando un trino lastimero
por la ventana se cuela:
un canario está cantando
sus cuitas desde una celda
en una casa vecina
donde cumple su condena.
Y Norberto, conmovido,
establece equivalencia
entre el canario encerrado
y el cuarto en el que él se encierra;
pero mientras la avecilla
inerme canta su pena,
él puede salir y volar
hacia donde y cuando quiera.
Y así resuelve viajar
a Italia esa primavera
(es una voz inefable
quien, interior, se lo ordena).

V
El viaje a Pompeya

Y hacia Italia pone rumbo
y hasta Roma un día llega,
y en Roma no encuentra paz
porque a Gradiva no encuentra.
Y continúa viajando,
y ya en Nápoles contempla
el Vesubio que parece,
de lejos, hacerle señas.
Por el camino le hieren
enamoradas parejas,
que se dan a lo que deben
con actitud placentera.
Novios que, recién casados,
libando están sin vergüenza
los cálices del amor
que miel será en sus colmenas.
Ese amor será dolor
en Norberto que se niega
a sí mismo una dulzura
que en su pecho siente acerba.
Los ve dirigirse a Capri
entre mimos y pamemas,
los imagina en sus calas
abrazándose en la arena,
o triscando por sus riscos
y en las umbrías roquedas,
faunos y ninfas lascivos,
amándose a rienda suelta.
Huye, pues, de este circuito
que lo abruma y atormenta,
para buscar el silencio
de otra apartada senda.
Ya por fin recalará
en donde quiere: Pompeya,
donde su instinto, inconsciente,
lo ha conducido sin tregua.

VI
En Pompeya. La hora hechicera

En un hotel recoleto
el arqueólogo se hospeda:
a las ruinas tiene vistas
para su mirada ciega.
Pero tampoco el sosiego,
entre las ruinas encuentra,
que hasta las moscas, procaces,
en torturarlo se empeñan:
ayuntadas sin recato
folgan y revolotean,
como novios aplicados
a su lasciva encomienda.
Descubre así el buen Norberto,
que es su alma insatisfecha
la que le priva del gozo,
la que, abrumada, le quema.
Desazonado, al fin siente
que es interna su carencia,
que algo le falta en su vida,
aunque no sepa qué sea.

El Encuentro
A la mañana siguiente
sin rumbo fijo se adentra
en las calles silenciosas,
excavadas, de Pompeya.
Son las mismas que en su sueño
de ceniza se cubrieran,
ahora ya, sin la ceniza,
nuevamente descubiertas;
allí el sólido empedrado
de calzadas bien derechas;
allí las casas sin techos
en alineadas hileras;
allí, columnas al aire,
petrificada floresta;
Allí, estatuas de yeso,
cuerpos tendidos esperan
quien los despierte del sueño
que un volcán les infundiera.
Y allí, hacia el mediodía,
cuando las sombras se ausentan
y aparecen los espíritus,
la hora más hechicera,
cuando la realidad duerme
y lo mágico despierta,
Norberto ve a Gradiva
andando sobre las piedras
de la calzada: airosa
cruza la calle desierta,
idéntico el ademán,
el paso ágil, la cadencia
con que camina, abstraída;
allí está por fin: ¡Es ella!
¿Es una alucinación?
¿Producto de su demencia?
¿Ha perdido el juicio, acaso?
La realidad le contesta
cuando el pie de la visión
una lagartija ahuyenta.
Perplejo queda Norberto
ante tan simple proeza:
¿puede un delirio asustar,
mera ilusión, a una bestia?
En casa de Meleagro
se escabulle la doncella,
y, tras dudar brevemente,
la sigue, y allí la encuentra:
en una grada, sentada
entre columnas esbeltas,
con un papiro en las manos
que lee muy circunspecta.
Atrevido, unas palabras,
le dirige en lengua griega,
por probar si la visión
posee el don de la lengua;
mas como callada sigue
y al saludo no contesta,
decide hablarle en latín
más propio de aquella tierra.
Y, entonces, de aquellos labios,
de aquellos que tanto anhela,
escucha, en perfecto alemán,
una cumplida respuesta:
"Si quieres hablar conmigo,
has de hacerlo en nuestra lengua".
Estupefacto, Norberto,
ante Gradiva se queda:
¿no es delirio, ni visión,
no es fantasma ni entelequia,
quien ante sí, allí sentada,
contestándole se encuentra?
¿Es mujer de carne y hueso?
¿Es rediviva materia?
¿Es espíritu encarnado
con apariencia moderna?
Tan fuerte es la obsesión,
por tanto tiempo la alberga,
que no puede deshacerse,
Norberto, de su quimera;
no, al menos, fácilmente,
precisará de más pruebas.
"Ya sabía yo --responde--
que, tal como es, tu voz era".
Y ella, curiosa, pregunta,
y él su sueño le cuenta,
y le pide que se acueste
como en el sueño ya hiciera,
antes de ser sepultada
por las ardientes pavesas...
Y, descubriendo el delirio,
levantándose, se aleja
entre las desiertas ruinas,
la muchacha, con presteza.
En el aire una pregunta
el alucinado deja:
"¿Volverás aquí mañana?"
que se queda sin respuesta.
Una mariposa, heraldo
del Hades, revolotea,
señal, cuando el mediodía
espira, para que vuelvan
los espíritus al reino
de su ambigua no-existencia.

(continuará)

-o-

GALERÍA



Salvador Dalí
1904-1989

El DESNUDO y LO ERÓTICO. DIBUJOS
(2)

.
Study for Leda Atómica, 1947
.
The Creation of Eve - Gaining Twofold Living Nature from the Sleep of Man, 1950
.
The Judgement of Paris, 1950
.
Illustration for Dante's "Divine Comedy", 1951
.
Inferno, 16 . Illustration for Dante's "Divine Comedy"
.
Blanchefelur (Illustrations for Le Decameron)
.
Le Jument de Compere Pierre (Illustrations for Le Decameron)
.
Oysteres and Nude (Dalí Ilustre Casanova)
.
Nude and Lobster (Dalí Ilustre Casanova)
.
Girl and Pig (Dalí Ilustre Casanova)
.
Girl on Rhinoceros Horn (Dalí Ilustre Casanova)
.
"Protect Her from Misfortune's Mistakes", 1969 (Marquis de Sade)
.
Allegory: The Chevalier's Proposal, 1969
.
Allegory: "Brave Cecile", 1969 (Marquis de Sade)
.
Without Hope, 1969 (Marquis de Sade)
.
Allegory: "Cecile's Chastity", 1969 (Marquis de Sade)
.
Allegory: "The Chevalier's Dream of Cecile", 1969 (Marquis de Sade)
.
Sorcieres au Balai (Faust)
.
Femmes-Poules (Faust)
.
The Judgement of Paris, 1963
.
Hommage to Millet, 1965
.
Frontispice (Secrets Poems de Guillaume Apollinare), 1967
.
Nude at the Fountain (Secrets Poems de Guillaume Apollinare), 1967
.
Nude Horse and Death (Secrets Poems de Guillaume Apollinare), 1967
.
Nude with a Guitar (Secrets Poems de Guillaume Apollinare), 1967
.
Nude with Snail (Secrets Poems de Guillaume Apollinare), 1967
.
Nude with Parrot (Secrets Poems de Guillaume Apollinare), 1967
.
Les Metamorphoses Erotiques
1969


Emblem of Wounded Pride
.
Plimp
.
Tap (Grill)
.
Untitled (Erotic Scene with Seven Figures)
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Le Cadre
.
Le Chat
.
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Aphrodite
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Behind, 1973
.
Le Voyageur
.
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Les Amours Jaunes
1974


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