viernes, 3 de octubre de 2014

Principio y fin de la Pintura Flamenca: Rogier van der Weyden y Rembrandt van Rijn (V) - GALERÍA: Rembrandt van Rijn (3)





Atrévete a ser el que eres. No dispones de más vidas para hacerlo.
Eres un único ensayo de los infinitos posibles con que la vida se manifiesta.
Eres un ser importante, uno de los privilegiados a los que les ha sido concedido
la facultad de la consciencia para registrar la maravilla que la vida supone.
No te creas menos que nadie, tampoco más. Sólo eres un privilegiado,
sé plena y activamente consciente de ello actuando en consecuencia.
De las cosas de este mundo. Héctor Amado


Rembrandt en claroscuro
(Un relato imaginario en primera persona)

Segunda Parte

.....A mi llegada a Amsterdam me alojé de forma temporal en casa del marchante de arte Hendrik van Uylenburgh. Ocupé una espaciosa y bien iluminada estancia, que lo mismo me servía de dormitorio que de taller donde llevar a cabo mi trabajo como retratista profesional. Allí conocí a Saskia, prima de Hendrik; una bella y gentil muchacha, poco más que un capullo en flor a la espera de ser libado. Huérfana desde niña de madre, y también de padre a los diecisiete años, Saskia tuvo que irse a vivir con su tía (la madre de Hendrik). Su padre, Rumbertus van Uylenburgh, fue un hombre ilustre, abogado y burgomaestre de Leeuwarden, que le dejaría a su hija, en herencia, una nada modesta fortuna.
.....Las hormonas tanto tiempo encauzadas en sublimar mi arte, se me desbordaron irremediablemente. La buena vida que llevaba, el trabajo incesante, el prestigio creciente,... todo contribuyó para que la confianza en mi mismo se aliase con mi deseo de disfrutar de esta prosperidad. No todo iba a ser trabajo, y mi sensibilidad —mi sensorialidad, si puedo calificarla así— demandaba satisfacciones que sólo el arte no podía ofrecerme. El caso es que entre pincelada y pincelada comencé a hacerle la corte a Saskia. Como un ágil y audaz colibrí en inverosímil equilibrio chupé el puro néctar de su cáliz, al tiempo que realizaba retrato tras retrato y enseñaba a los dos o tres alumnos que siempre acogía en el taller.

.....En 1632 realicé una obra que dejó boquiabiertos a todos, se trataba de un retrato en grupo: el doctor Nicolaes Tulp en una de sus clases magistrales de anatomía. Se produjo tal revuelo que creo que la noticia del prodigio llegó hasta Venecia. El dinamismo de la composición, su armónica tensión, la realista atmósfera; el detallismo en los retratos (ocho retratos en un mismo cuadro), la profunda intensidad de esos rostros donde puede rastrearse a sus personajes como si fuesen libros abiertos; la luz, sobre todo la luz: las mil tonalidades del blanco; el contraste entre la inexpresiva lividez cadavérica y la diversa expresividad de profesor y alumnos... Tuve la conciencia plena de que esta obra me colocaría en lo más alto, de que, por fin, se me situaría al lado de Rubens.
.....Resumiendo, era feliz, no podía pedir más... ¿O sí?
.....En 1635 Saskia y yo nos casamos. Estaba embarazada. Nos mudamos a una nueva casa del elegante barrio de la Nieuwe Doelenstraat. Mi prestigio no dejaba de incrementarse, mis ingresos también. Nunca me importó demasiado el dinero, quizás porque nunca me faltó. El caso es que no me quitaba el sueño, simplemente no pensaba en él sino como medio para conseguir cuanto necesitaba o me apetecía; una especie de moneda de transacción entre mi voluntad y mi creatividad, el pago al reconocimiento del genio. Todo iba bien, muy bien, viento en popa, en la efervescente ciudad que era foco económico, financiero y artístico de Europa.

.....Pero, ¡Ay!, los dioses son especialmente celosos de la felicidad de los hombres. Mi hijo, Rumbartus, murió sin cumplir los dos meses. A los dos años Saskia volvió a quedarse embarazada, y Cornelia —que así bautizamos a nuestra hija— falleció apenas alcanzadas las tres semanas de vida; esto ocurrió en 1638. Decidimos cambiar de aires, achacando a la residencia nuestro infortunio. En 1639 nos volvimos a mudar, esta vez a una espléndida casa de un barrio aún más exclusivo, el de los judíos adinerados: el Jodenbreestraat. Mis ingresos me lo permitían pero no la pagué íntegramente, sino que la adquirí con una cuantiosa hipoteca. Nada hacía pensar que fuera a tener problemas para hacerle frente. Cuando uno se haya cabalgando eufórico la cresta de la ola, no es consciente de que ésta, antes o después, se acabará deshaciendo en la informe y dinámica superficie del mar de la vida.

.....Ya en la nueva casa comprobamos que la desdicha era el pago de nuestra felicidad (al menos de mi éxito profesional) y no el acerbo fruto de un maleficio ligado a un aciago lugar. En 1640 tuvimos otra hija, que también bautizamos Cornelia. Un mes nos duró el alborozo. La mala suerte se cebaba con nosotros en el plano personal. Saskia, ante la desdicha de su frustrada maternidad, se fue volviendo cada vez más fría, más apática, más deprimida. Tenía, eso sí, fases de euforia que se diluían rápidamente en estanques de tristeza y postración. Su alegría comenzó a desaparecer. A mi capullo comenzaron a ajársele los pétalos del alma. No sabría decir si tanta desgracia la desquiciara, pero Saskia, antes tan vital, se obsesionó con su frustración. Me buscaba a todas horas. Sólo se levantaba de la cama para buscarme y volver a ella conmigo; todo su interés se centraba en quedarse preñada. Acudió a galenos y curanderos, se sometió a todo tipo de exorcismos y conjuros. Al fin la naturaleza hizo su trabajo y lo logramos de nuevo. Un año después de la muerte de nuestra segunda Cornelia, en 1640, dio a luz un niño, un hermoso niño. Y paradójicamente, su interés desapareció: por mí, por el niño y por la vida. Pasaba horas y horas en la cama, durmiendo; quizás viviendo otra realidad alternativa a la que había padecido. Es curioso, yo sufría una especie de desapego momentáneo con cada obra finalizada, producto posiblemente del exceso de tensión que exige cada nuevo acto de crear, pero ese estado me duraba un día, una semana a lo sumo, tras el cual me volvía a zambullir en un nuevo proyecto, en una nueva obra. Son necesarios descansos que el ritmo de la vida requiere para no agotarse prematuramente. Pero lo de Saskia era enfermizo; su desinterés, patológico. El sexo desapareció de su horizonte. Pero no del mío...

.....No es extraño que mi naturaleza de fauno, ávida de placer y vitalidad, pusiera los ojos en Geertje, la niñera contratada para hacerse cargo de Titus, visto que su madre apenas lo hacía caso. Procedía Geertje de familia campesina, una de esas mozas lozanas, y astutas como zorras, que bien saben utilizar su fresca hermosura como carnaza para cobrar sus piezas; piezas que suelen estar a la altura de su ambición. Yo, como un bobo macho en celo, me dejé embaucar. Sí, puede que entrara en su juego —consciente, eso sí— de que se trataba de un juego, uno de seducción, pero nada más. Ella no, ella sabía muy bien lo que hacía cuando me hizo prometer continuidad a la relación que yo deseaba iniciar; si no —me decía con sorna y mirada pícara— no accedería a su jardín. ¡Qué iba hacer yo?: seguirle el juego, prometerle el oro y el moro; un hombre en una situación así no es dueño de las consecuencias de sus actos (y eso una mujer astuta lo sabe —ahora lo sé, entonces no lo supe). El caso es que Saskía se fue apagando tras el parto; postrada en cama la fiebre la consumía, los médicos dijeron que era tuberculosis, pero yo creo que otro era el mal que la aquejaba: melancolía existencial. Murió sin querer ver a nadie, sin un momento de lucidez, delirando en uno de sus mundos oníricos, a los que había escapado ya mucho antes.
.....Gertje exigió la recompensa prometida. ¡A mí! ¡Exigió que me casara con ella! Las carcajadas que salieron de mi garganta aún deben de esta resonando por las calles del Jodenbrestraat. Me llevó a juicio, la muy lagarta... ¡y el juez falló a su favor! Me negué en redondo a unir mi vida a la de aquella pécora. Fui condenado a pasarle un a pensión de 200 florines anuales. A regañadientes, pero pensando que me salía barato librarme de ella, acepté. Pero cuando descubrí que había empeñado algunas de las joyas que yo le regalara a Saskia, no paré hasta que la encerré en un sanatorio para indigentes. De algo me habrían de servir mis relaciones.

.....Todo sucedió vertiginosamente: la muerte de Saskia, la denuncia de Gertje, las debacles financieras (mis inversiones en la Compañía Holandesa de las Indias Orientales sufrieron una serie de reveses: cargamentos que se los tragó el mar, expectativas no cumplidas, empréstitos desatendidos). En 1642 la bancarrota me amenazaba, pero no la vi venir, simplemente no podía creer que algo así me pudiera suceder a mí. Enfrascado en mi trabajo, distraído con Hendrikje, la nueva doméstica contratada para hacerse cargo de la casa, no vi venir lo que se me avecinaba. Aquel año, además, acometí mi empresa más ambiciosa, un encargo que me absorbería por completo: la compañía de alabarderos comandada por el capitán Frans Banning Cocq quería un retrato de grupo: ¡en el que debían aparecer más de veinte figuras! Era un reto inmenso, pero no sólo me creí capaz, sino capaz de superar lo alcanzado con La Lección de anatomía del Dr Tulp.
.....Hendrickje, la verdad, me ayudó no poco a concentrarme en mi labor. Su ternura, su comprensión, su pragmatismo y eficiencia, hacían que me despreocupara de todo lo que no fuese mi obra. Atenta siempre a mis necesidades, no puedo dejar de recordarla como la mujer que probablemente más y mejor me amó. Aguantó mis cambios de humor, esos que suceden a todo artista cuando debe de dar lo máximo de sí, mis inseguridades (ya surgidas por las desgracias personales, que no pude evitar influyesen en mi faceta de creador), mis caprichos, mis prolongados silencios y mis arrebatos de sátiro que busca desfogarse y evacuar la tensión opresiva.
.....En la que después sería conocida como La Ronda de Noche (Nacht Wacht en neerlandés) puse todo mi saber, mi intuición y mi ambición artística. El éxito de tal esfuerzo se vio recompensado por el mismo título de la obra, pues se denomina nocturno lo que no lo es, pero que lo parece con tanta credibilidad que ha llevado a esta confusión. [Soy consciente de que hablo de forma diacrónica, al juzgar un aspecto de mi obra que sólo se sustanciaría a partir de mi muerte. Esta es una de las ventajas de relato imaginario: le permiten a uno sobrevolar incluso sobre la propia existencia y contemplar más allá de lo que los ojos del cuerpo en vida alcanzan).

.....En La Ronda de Noche mi dominio de los espacios y la perspectiva sólo es posible, justificable, con una gran maestría en la técnica del claroscuro. Conseguir que la atmósfera se adense, tome cuerpo entre los cuerpos, los sitúe en diversos planos, los resalte o los trasponga... Esa maravilla de luz central que llega sin anunciarse desde el ángulo izquierdo, procedente de un luminoso cielo que no se ve pero que se adivina (pese a que muchos han creído nocturno). El secreto y el misterio está en la localización: la salida, bajo un pasaje desde una calle estrecha y en sombra, hacia una plaza que el blanquísimo rayo de sol que alumbra la escena anuncia. Milagro, prodigio —está mal que yo lo apunte— que, no obstante, tuvo una gélida acogida. No se comprendió en toda su amplitud lo que yo había allí realizado. Nada así se había hecho antes (y nada así se hizo después: para qué si ya estaba hecho por mí). Todo el tratamiento cromático está en función de la luz, subordinado a la iluminación. Rey y señor de la escena, el claroscuro lo domina todo, algo que nunca había ocurrido, no en un retrato de grupo, donde habitualmente se suele buscar el efectismo cromático, el detallismo luminoso, la anécdota patente. En mi cuadro todo está sugerido, requiere la participación del espectador para completar su sentido; pero está sugerido de la forma más seductora, induciendo la curiosidad, recabando la atención, suscitando el interés. Estoy plenamente satisfecho de esta obra, y de la excepcional acogida que iría ganando con los años: el futuro me daría la razón (como tantas veces les sucede a los artistas más innovadores; tal y como le pasaría a otro paisano mío doscientos años después, un tal Van Gogh).

.....Es curioso, paradójico e irónico cómo en el inicio de mi debacle personal realizaría mi mayor obra maestra. Pero la vida es así. Precisamente los seres más excepcionales (sé que no soy el más apropiado para decir esto) son los que se topan en su camino, a modo de piedra de toque o prueba de autenticidad, con los obstáculos y adversidades más extremas, como si solo de esta forma pudiera probarse el valor de su genio. Creo que no es necesario que diga más a este respecto.
.....A partir de esta cuesta abajo, de este descenso desde la cresta al declive de la ola, mi arte se fue haciendo más trascendente e intenso. Mis temas, antes más coloristas y legendarios (la escenas mitológicas más festivas, los pasajes más celebrados del Viejo Testamento), se volvieron más oscuros, me volqué en el Nuevo Testamento y escenas de la Pasión. ¡Qué queréis, es lo que me salía de dentro! Mis retratos adquirieron año a año, a medida que la adversidad personal se cebaba en mí, más penetración, más intensidad, más universalidad, si se me permite la exageración. Era mi lucidez la que pintaba, una lucidez que no acababa de comprender la oscuridad con que me amenazaba el mundo alrededor. De aquí, quizás, ese cada vez mayor dominio del claroscuro, nadie mejor que el que lo padece en vida hasta límites insospechados para recrearlo en una tela. Mi técnica se volvió sintética; mi maestría, pura simplicidad.

.....Aún no había acabado todo. Una vez alcanzado el suelo aún se puede profundizar más; por debajo de la tierra se haya lo subterráneo, y hacía allí me encaminé. Se me desacreditó como ciudadano, mi desinterés por mi situación personal, encerrado —y refugiado— en mi obra, provocó la ira y la incomprensión de mi gremio (el muy honorable gremio de pintores flamencos, ¡ja!). Menos mal que mi genio no admitía reparos. Se hicieron cargo de las cuestiones materiales Hendrikje y Titus. Les aconsejaron crear una sociedad mercantil en la que yo sólo figurara como empleado, sólo así podría salvarse lo poco que aún se podía salvar. Se perdió la casa de Jodenbrestraat y tuvimos que mudarnos a una residencia más modesta. Me daba igual, ya sólo me importaba y vivía para mi arte. Mientras tuviera lo suficiente para pigmentos, pinceles y lienzos, mientras pudiera llevarme un plato de sopa al estómago, me daba por satisfecho. Mi pobre y querida Hendrickje intentó que recobrara la ilusión por la vida, y no sólo por mi trabajo. Cuando se dio cuenta que eran vanos sus esfuerzos se resignó. Me siguió queriendo, haciéndose cargo de todo junto a Titus. Me acabaron considerando como una figura fantástica, una especie de duende o diosecillo, a modo de uno de esos lares o penates romanos: un ser al que se rinde culto, pero con el que no se puede contar más allá de la concesión de sus dones divinos.

.....No sé por qué merecí ese final, en cierto modo bíblico por lo ejemplar: el genio abandonado por todos, ahogado en su soledad, exiliado en su obra; pero lo cierto es que lo tuve. Hendrickje, mi fiel y querida Hendrickje se me fue en 1663. Titus, cinco años después. Me dejó como huella de su legado —que es el mío— esta niña de ojos azules que ahora tengo ante mí sonriendo, ignorante de todo cuanto es la vida, de todo cuanto tiene de justa e injusta, de todo cuanto le habrá de dar y quitar, ignorante de quién soy yo, su abuelo, y lo que represento. En cambio a mí la vida mucho me dio —la inmortalidad, sin ir más lejos—, aunque a cambio me quitaría todo lo demás. Un alto precio, que no sé si ha merecido la pena, porque, a fin de cuentas, ¿qué es el genio sino un hombre? ¿Y qué es un hombre que se enfrenta a su muerte sin un ser querido que lo acompañe hasta el umbral? Acabé mis días como uno de mis cuadros más representativos: en un sfumato fundido en impreciso claroscuro, en el que vida y muerte se confunden de tal modo que es imposible determinar dónde acaba la una y comienza la otra. Y aún es hoy, y no sé si estoy más vivo que muerto, o si realmente los hombres como yo no están más vivos en sus obras de lo que lo estuvieron en sus cuerpos. Lo que sí sé es que me liberé de las miserias de este mundo y accedí al estadio incorpóreo que es propio de los dioses, donde se goza de la gloria y el reconocimiento sin tener que sufrir la esclavitud de lo necesario. Para eso sirve el genio. Lo que no sé es si sirve para mucho más.

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GALERÍA


Rembrandt Harmenszoon van Rijn
1606-1669

PINTURA

GROUP PORTRAITS
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The Anatomy Lecture of Dr Nicolaes Tulp, 1632 (true colors, Mauritshuis, The Hague)
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The Anatomy Lecture of Dr Nicolaes Tulp, 1632
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The Anatomy Lecture of Dr Nicolaes Tulp, 1632 (detail)
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The Anatomy Lecture of Dr Nicolaes Tulp, 1632 (detail)
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The Anatomy Lecture of Dr Nicolaes Tulp, 1632 (detail)
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The Company of Captain Frans Banning Cocq and Lieutenant Willem van Ruytenburch The Nightwacth, 1642
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The Company of Captain Frans Banning Cocq and Lieutenant Willem van Ruytenburch The Nightwacth, 1642
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The Nightwatch (detail), 1642
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The Nightwatch (detail), 1642
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The Nightwatch (detail), 1642
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The Syndics of the Draper's Guild, 1662
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The Syndics of the Draper's Guild, 1662 (detail)
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The Syndics of the Draper's Guild, 1662
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Family Group, 1668-69
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PORTRAITS

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Bust of a Man, 1627
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An Old Woman (The Artist's Mother), 1629
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Bust of a Laughing Man in a Gorget, 1630
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The Laughing Man (true colors, Mauritshuis, The Hague)
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An Old Woman at Prayer, 1630
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Bust of an Old Man in a Fur Cap, 1630
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An Old Man in Military Costume, 1630-31
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Bust of an Old Man, 1631
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Head of an Old Man, 1631
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Old Man in a Gorget and Black Cap, 1631
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Portrait of Nicolaes Ruts, 1631
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Portrait of a Man and His Writing Desk,1631
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Portrait of a Man Seated, 1631
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Portrait of Marten Looten, 1632
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Man in Oriental Dress, 1632
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Man in Oriental Dress, 1632
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Portrait of Aeltje Pietersdr. Uylenburgh, 1632
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Young Woman with Fan, 1632
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Bust of a Young Woman, 1632
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Bust of a Young Woman with a Cap, 1632
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Maurits Huygens, Secretary of the Council of the State, 1632
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Portrait of the Artis Jacob de Gheyn, 1632
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Portrait of Jacques de Gueyn III, 1632
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Portrait of a Man, 1632
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Portrait of a Man, 1632
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Portrait of a Woman, 1632
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Man Sharpening a Quill, 1632
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Portrait of a Young Woman, 1632
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Amalia van Solms, Wife of Stadholder Frederik Hendrik, 1632
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Portrait of Joris de Caulleery, 1632
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Portrait of Joris de Caulleery, 1632
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Young Woman Smiling (Probably Saskia van Uylenburgh), 1633
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Young Woman Smiling (Probably Saskia van Uylenburgh), 1633
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Bust of an Old Man, 1633
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Portrait of a Bearded Man in a Wide-Brimmed Hat , 1633
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Portrait of Jan Hermansz Krul, 1633
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Portrait of a Man rising of His Chair, 1633
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Portrait of Jan Rijcksen and his Wife, Griet Jans, 1633
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Jan Pietersz. Bruyningh, and His Wife Hillegont Pietersdr. Moutmaker, 1633
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Portrait of a Woman, 1633
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Portrait of a Woman with a Fan, 1633
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Portrait of Johannes Btenbogaert, 1633
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Portrait of Johannes Btenbogaert, 1633 (detail)
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Portrait of of Maertgen van Biderbeecq, 1633
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Portrait of a Young Woman, 1633
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Half-length Figure of Saskia in a Red Hat (Saskia in Pompous Dress), 1633-34
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Portrait of a Young Woman (Rembrandt and Workshop), 1634 
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Portrait of Marten Soolsman, 1634
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Portrait of Oopjen Coppit, 1634
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Portrait of a Young Woman (probably Saskia van Uylenburgh), 1634
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The Standard-Bearer, 1635
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Man in a Oriental Costume, 1635
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'Tronie' of a Man with a Feathered Beret, c 1635-40
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A Polish Nobleman, 1637
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Man in  a Oriental Costume, 1639
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Portrait of Andries de Graeff, 1639
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Portrait of a Man Holding a Hat, 1639
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Portrait of Aletta Adriaensdr, 1640
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Portrait odf Maria Trip, 1639
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Portrait of Herman Doomer, 1640
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Portrait of Baertje Martens, 1640
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The Girl in a Picture, 1641
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Portrait of Nicolass van Bambeeck, 1641
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Portrait of the Mennonite Preacher Cornelius Claesz Anslo and his Wife Aaltje Gerritsdr Shouten, 1641
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Agatha Bas, 1641
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Saskia as Flora, 1641
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A Woman in Bed (Heindirickje in Bed), 1642
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A Woman in Bed (Heindirickje in Bed), 1642
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Portrait of an Old Man, 1642
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Saskia, the Artit's Wife, 1643
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Portrait of Ephraim Bueno, 1647
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Portrait of a Man holding Gloves, 1648
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Young Girl at the Window, 1651
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Portrait of a Young Man Blonde, 1651
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Portrait of an Old Man, 1651
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Portrait of Nicolaes Bruyningh, 1652
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Portrait of an Old Man in Red, 1652-54
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Portrait of an Old Man in Red, 1652-54 (Head detail)
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Portrait of an Old Man in Red, 1652-54 (Hands detail)
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Portrait od Heindrikje Stoffels, 1652-55
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Portrait of a Old Man in Armchair ( or Portrait of an Old Jew), 1654
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Portrait of Floris Soop, 1654
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Portrait of Jan Six, 1654
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Heindrickje Stoffels bathing, 1654
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Portrait of an Old Woman
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Portrait of Heindrickje Stoffels with a Velvet Baret, 1654
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Heindrickje Stoffels at a Window, 1654
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Man in a Four-Lined Coat, 1655
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Portrait of a Old Woman reading, 1655
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Titus at Desk, 1656
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Titus reading Aloud, 1656
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The Artist's Son, Titus, 1656
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Portrait of Catharina Hogsaet, 1657
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Portrait of a Man, 1655-60
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Lieven Willemsz van Coppenol, 1658
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Portrait of a Gentleman with a Tall Hat and Gloves, 1658-60
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Portrait of a Lady with an Ostrich Feather Fan, 1660
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Young Man at a Table (Possibly Govaert Flinck), 1660
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Portrait of Frederick Rihel on Horseback, 1660
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Portrait of Frederick Rihel on Horseback, 1660
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Titus as a Franciscan Monk, 1660
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Portrait of Jacob Trip, 1661
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Portrait of Margaretha de Geer, wife of Jacob Trip, 1661
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Margaretha de Geer (bust Lenght), 1661
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Monk Reading, 1661
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Portrait of a Bearded Man, 1661
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Man with a Falcon on his Wrist, 1662
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Portrait of a Man with Magnifiyng Glass, 1662
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Portrait of a Lady with Pink, 1663
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Portrait of a Lady with Pink, 1663
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Portrait of a Man in a Tall hat, 1662
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Portrait of a Woman with a Lapdog, 1662
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Portrait of a Old Man, 1665
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Portrait of Gerard de Lairesse, 1665
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Portrait of a Couple as Figures from the Old Testament (The Jewish Bride), 1665
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The Jewish Bride, 1665
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The Jewish Bride (details), 1665
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Portrait of a Young Man in a Black Beret, 1666
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Portrait of Jeremias Decker, 1666
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Portrait of a White-Haired Man, 1667
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Portrait of an Elderly Man, 1667
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Portrait of an Elderly Man, 1667 (true colors, Mauritshuis, The Hague)
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