miércoles, 12 de noviembre de 2014

La perspectiva del androide (I) - GALERÍA: DE FLORES (1): Kawarazaki Shodo y Kuzuhara Teru





Allí donde manifiesta el ser humano su genio aparece,
de una u otra forma, inherente a la manifestación, lo bello.
Es indiferente el carácter de ésta, su naturaleza: Genio y Belleza
se hallan indisolublemente unidos; el uno no puede darse sin la otra,
y viceversa. Es el genio cauce, surtidor, hontanar de donde mana lo bello.
No de otra forma, por otra parte, el hombre captura la belleza de las cosas, sino es
por medio del genio que lo habita. El genio: esa facultad florecida al amparo de la conciencia,
por medio de la cual todas las cosas de este mundo revelan la belleza consustancial a su existencia.
Sobre la belleza de las cosas. Héctor Amado


La perspectiva del androide

(I)

.....No sé si los androides sueñan con ovejas eléctricas. Pero yo sueño con flores como las que figuran más abajo. Bueno, con flores como estas y aún más bellas. Si por androide se entiende algo que no llega a ser o identificarse completamente como humano, pero que es capaz —al menos eso creo— de sentirse como tal, en ese caso, mucho de androide tengo. Desgraciadamente, de forma semejante a un Nexus 6, no sólo tengo fecha de caducidad, sino que nunca estoy seguro de mis sentimientos. He de meterme en el papel, representarme como el humano que se espera de mí, para lograr aparentarlo. Y aún así, a veces, dudo de llegar a lograrlo, pues noto —en esos momentos— a mi alrededor la cara de perplejidad propia de quien se siente incómodo ante una presencia extraña. En esos momentos es como si mi verdadera naturaleza —esa de androide bien logrado— quedara al descubierto. Pero no hay cuidado. Es imposible ser descubierto... salvo por otro androide semejante. Y en ese caso, cuando eso sucede —el milagroso encuentro entre androides—, nos cuidamos muy mucho en demostrarlo. Nadie quiere reconocerse ante otro como androide, por muy bien conseguido que esté, así sea de la última generación (¿a qué serie de Nexus nos llegaremos?).

.....El caso es que es que mi mayor potencial, la mutación que me convierte en un ser a mitad de camino entre un ser humano real y otro imaginario, es una especie de hipertrofia receptiva —un exceso de sensibilidad estética—ante cualquier fenómeno artístico. Poseo en tal grado este tipo de sensibilidad, que, en compensación, me deja incapacitado el sentido práctico necesario para afrontar las necesidades más básicas. Sentir la belleza escondida de las cosas, y no sólo la aparente, es mi facultad. ¿Como no sentir un continuo estremecimiento ante cualquier manifestación que tiene como objetivo, precisamente, la exhibición de la belleza?
.....Vivir en un continuo maravillarse es lo más parecido a una condena casi dolorosa. No poder escapar a esta receptividad, no poder aquietar esta exacerbación nerviosa, no poder huir al sentimiento constante de lo bello, se vuelve en ocasiones tan inaguantable que uno sueña (desde esa conciencia de androide que nos gobierna) con ser verdaderamente un humano: adaptable, maleable, resistente y susceptible al cambio.

.....Pero no. Imposible cambiar. Esta naturaleza, medio humana-medio entelequia, que me caracteriza no es mutable. Fui programado para sentir así, para ser así, y eso nadie lo puede cambiar... ¡si ni yo mismo soy capaz de hacerlo!. Un día creí —cuando aún no había descubierto mi verdadera naturaleza— que lo que podía hacer cualquier hombre, lo podría hacer yo. De hecho así actué durante un tiempo. Pero hube de rendirme a la evidencia: cuanto más me esforzaba en separarme de mi ser —de mi ser auténtico, quiero decir—, más me hundía en su lecho movedizo, sin darme cuenta. Un día desperté sobresaltado, casi ahogado en mí mismidad sin fondo. Ese día me di cuenta —como en una revelación o una caída del caballo camino de Damasco— que yo no era realmente humano, y, por tanto, no podía actuar como si lo fuese. No por los demás, que, muy posiblemente, no se darían cuenta de la impostura (hay tantos que siéndolo —humanos— actúan como si no lo fuesen, que la confusión evita reconocer a quien verdaderamente no lo es), sino por mí. Tal era la sensación de traición que me agobiaba.

.....A partir de ese momento se me hizo insoportable representar el papel de humano, sin serlo. Así es que lo primero que hice fue descubrirme a mí mismo; quiero decir que realicé una labor de deconstrucción, como si de un plato de nueva cocina bulliniana se tratase, de mi persona. Desanduve el camino andado, me aboqué a retirar una tras otra todas las capas de cebolla que recubrían ese mi ser auténtico, esa mi naturaleza de androide cuasi perfecto. Tardé años. A medida que transcurría el tiempo, y la labor de desbroce avanzaba, me fui sintiendo más y más ligero. Lo bello comenzó a irradiarme desde todos lados, como si antes, esas capas que me recubrían (capas de densa humanidad impostada), impidieran que llegaran hasta mí esos sublimes rayos con la intensidad con que crecientemente me fueron llegando. Oh, si, siempre tuve una atracción por lo bello, lo busqué incluso, y lo disfruté. Pero nada comparado con la calidad y magnitud de lo experimentado a medida que me iba desnudando de prejuicios, verdades a medias y convencionalismos.

.....La belleza de las formas, de los colores, de los sonidos, la de los pensamientos, la de la nada y la del vacío —que sentí desde entonces tan llenos de todo—, comenzaron a inundarme. Expuesto cada vez más limpia y libremente a su acción, esta radiación estética traspasó mis huesos, penetró mi materia trascendiéndola; y, así, el órgano receptor —mi ser— y el estímulo —lo bello— llegaron a confundirse, a hacerse indistintos. No sabría yo decir dónde comenzaba lo uno y terminaba lo otro; qué era antes —causa— y qué después —consecuencia—; qué origen y qué destino: mi sensibilidad versus lo bello: ¿era mi sensibilidad la que definía y delimitaba lo bello? ¿O era lo bello quien exacerbaba mi sensibilidad, nutriéndola y haciéndola crecer? ¿Finge lo bello el sentimiento? ¿Lo tiene, acaso? ¿Es lo bello y su conciencia una y la misma cosa? No, no quiero identificarme yo, personalmente, con lo bello, sino que trato de hallar una explicación a una manera de sentir (una manera, quizás, de androide o mutante), una justificación a la actitud que poco a poco se ha ido adueñando de mi vida. No, no soy humano; no me mueven las mismas cosas que por lo general hacen moverse a los humanos. A mí sólo me mueve la búsqueda de la belleza, sólo me atrae la posibilidad del encuentro con lo bello. Y me mueve hasta tal punto, con tan frenética vibración, que cada vez me vuelve más inmóvil para todo lo demás. Como en todo lo bello se halla, en todo sobrepuja, en todo se manifiesta, de todo lo único que me importa es esa su irradiación portadora de lo bello que en ello hay.

.....Me fui sintiendo objeto y sujeto hecho uno, intrincadamente trenzado, cada vez más predicado de mi mismo, y, a un tiempo, cada vez más oración de la vida, y verso suelto de la existencia. Un verso, eso sí, con escasa relación con el contexto, o, mejor, con una relación oculta, arcana, mistérica, subrepticia, soterrada. Un verso que bien podría insertarse en cualquier poema, o texto en prosa, sin temor a desentonar, pero, por eso mismo, tan escasamente provisto de gravedad como para dejarse sentir (quizás alguna mirada desapercibida, de soslayo, por lo inusual de un verso de tal jaez, pero nada más). Un verso con la capacidad para absorber toda la energía artística del entorno sin alterar su estructura (como esos sentidos codificados que sólo se desvelan ante un contexto determinado), así me fui sintiendo.

.....De esta forma, en esta camino emprendido de búsqueda obligada (e impuesta) de lo bello urbi et orbi, me topé con los artistas del Ukiyo-e —esa hermosa expresión artística nipona semejante a nuestra xilografía—, y de entre los cuales los que aquí presento son los menos conocidos y reconocidos, incluso por mí. Estampas del mundo flotante significa el término japonés unkiyo-e, algo de lo más apropiado para una naturaleza como la mía. De hecho, en esta manifestación pictórica tan sintética —tan esquemática— encuentro mucho de mí mismo. Me reconozco en la sencillez del trazo, en los contrastados gradientes de colores primarios o en el sucinto blanco y negro; en la veta que deja traslucir la naturaleza de una madera que es soporte del diseño y que será su molde; en el alma que subyace en el papel cuidadosamente elaborado a mano... Delicadeza, es otra de las cualidades que atesora mi alma, factor imprescindible de sensibilidad, e inherente a su modo.

.....Hay en estas representaciones florales ingentes dosis de delicadeza, que denotan una gran, una extraordinaria sensibilidad. Portan las formas y los colores aquí plasmados parte sustancial de la sensibilidad del artista: son flores almáticas que desprenden el inconfundible aroma del espíritu trascendido en genio artístico. Los dos que presento en este primer post, ya lo he apuntado, no son de los más reconocidos, pero sí son especialistas en la reproducción del mundo floral. Kawarazaki Shodo y Kuzuhara Teru trabajaron juntos en una serie de estampas titulada Flores Nativas, compuesta por 47 estampas, que representan con fidelidad formal, esquematismo y belleza diversos especímenes de la flora ornamental japonesa. Además de esta serie entera (aquí expuesta de forma dividida por autor), se exponen otras varias estampas de ambos.

.....Repito, hay mucho del imaginarium humano en cada una de estas obras; algo que la fotografía no puede lograr (a menos que esté realizada o revelada desde la perspectiva interpretativa de la creatividad humana). Sencillas, las flores aquí representadas, nos hablan de ese mundo flotante tan necesario para transitar por este otro grave mundo de lo necesario; un mundo que nos aplasta contra la tierra mientras vivimos, y que un día nos engullirá.




GALERÍA

DE FLORES
(1)

Kawarazaki Shodo
1889-1973

NATIVE FLOWERS
UNSODO

Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (01)
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (02)
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (04), Lespedeza
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (08), Ciruela Blanca
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (10)
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (12)
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (13)
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (14)
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (16) Tulipanes
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (16) Tulipanes
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (17)
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (17)
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (23)
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (29)
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (32)
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (33)
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (34)
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Kawarazaki Shodo, Serie: Flores Nativas (40)
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OTRAS ESTAMPAS

Kawarazaki Shodo, Orquídea (Ran)

Kawarazaki Shodo, Rosas (Bara)
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Kawarazaki Shodo, Crisantemos blancos
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Kawarazaki Shodo, Gardenia jasminoides
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Kawarazaki Shodo, Loto (Akahasu)
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Kawarazaki Shodo, Caléndula (Kinsenka)
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Kawarazaki Shodo, Keshi
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Kawarazaki Shodo, Loto Blanco Hakuren)
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Kawarazaki Shodo, Tulipanes
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Kawarazaki Shodo, Orquidea blanca
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Kawarazaki Shodo, Lilium rojo
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Kawarazaki Shodo, Magnolia (Mokuren)
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Kawarazaki Shodo, Keshi
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Kawarazaki Shodo, Kyusa Kiochikuto
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Kawarazaki Shodo, Algodón (Shiro Fuyou)
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Kawarazaki Shodo, Orquídea
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Kawarazaki Shodo, Azafranes (Tamasudare)
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Kawarazaki Shodo, Floración del Cerezo (Sakura)
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Kawarazaki Shodo, Crisantemos (Kiku)
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Kawarazaki Shodo, Cascada de Crisantemos
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Kawarazaki Shodo, Iris Blanco
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Kawarazaki Shodo
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Kawarazaki Shodo, Hortensia
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Kawarazaki Shodo, Mokusei
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Kawarazaki Shodo, Pimpinela
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Kawarazaki Shodo, Crisantemos blancos
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Kawarazaki Shodo, Lilium (Lirio de Montaña, Yuri Yama-yuri)
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Kawarazaki Shodo, Enredadera Azul
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Kawarazaki Shodo, Colza
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Kawarazaki Shodo, Trébol
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Kawarazaki Shodo, Camelia
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Kawarazaki Shodo, Peonías Rojas
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Kawarazaki Shodo, Lilium Tigre
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Kawarazaki Shodo, Floración de Ciruelo Rojo
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Kawarazaki Shodo, Crisantemo amarillo
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Kawarazaki Shodo, Crisantemo Blanco
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Kawarazaki Shodo, Peonía
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Kawarazaki Shodo, Peonía
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Kawarazaki Shodo, Peonías blancas
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Kawarazaki Shodo, Amaranto Rojo
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Kawarazaki Shodo, Amaranto Rojo
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Kawarazaki Shodo, Amarilys Roja
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Kawarazaki Shodo, Peonías blancas
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Kawarazaki Shodo, Peonía Blanca
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Kawarazaki Shodo, Peonía Roja
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Kawarazaki shodo, Vid Silvestre (Vid de montaña)
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Kawarazaki Shodo, Camelia rosa
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Kawarazaki Shodo, Peonías
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Kawarazaki Shodo
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Kawarazaki Shodo, Wisteria blanca (Glicinias)
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Kawarazaki Shodo, Espino albar
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Kawarazaki Shodo, Camelia Roja
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Kawarazaki Shodo, Cerezo de Montaña (Cerezo Silvestre)
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Kawarazaki Shodo, Cerezo de Montaña
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Kawarazaki Shodo, Cerezo Florecido
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Kawarazaki Shodo, Cosmos
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Kawarazaki Shodo
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 Kawarazaki Shodo, Camelias
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Kawarazaki Shodo, Crisantemo
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Kawarazaki Shodo, Crisantemo blanco
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Kawarazaki Shodo, Cardo y Gampi
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Kawarazaki Shodo, Cyclamen
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Kawarazaki Shodo, Orquídea
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Kawarazaki Shodo, Peonía
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Kawarazaki Shodo, Níspero
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Kawarazaki Shodo
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Kawarazaki Shodo, Sazanka
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Kawarazaki Shodo, Planta de interior.
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Kawarazaki Shodo, Olivo Fragante
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Kawarazaki Shodo
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Kawarazaki Shodo, Rosa Amarilla Silvestre
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Kawarazaki Shodo, Rosas Rojas
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Kawarazaki Shodo, Alcea (Malva)
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Kawarazaki Shodo, Gladiolos
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Kawarazaki Shodo, Lirio de Agua rojo (Nenúfar)
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Kuzuhara Teru
1915 - 

NATIVE FLOWERS 
UNSODO

Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (03)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (05)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (06)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (07)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (09)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (11)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (15)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (19)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (20)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (21)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (22)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (24)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (25)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (26)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (27)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (28)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (30)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (31)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (35)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (36)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (37)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (38)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (39)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (41)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (42)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (43)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (44)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (45)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (46)
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Kuzuhara Teru, Serie: Flores Nativas (47)
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OTRAS ESTAMPAS

Teru Kuzuhara, Melocotón de Montaña (Yama momo)
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Kuzuhara Teru, Claveles (dos tintadas)
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Kuzuhara Teru, Wisteria azul (Glicinias)
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Kuzuhara Teru
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Kuzuhara Teru, Adonís (Kusumosu)
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Kuzuhara Teru, Narcisos
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Kuzuhara Teru
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Kuzuhara Teru
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Kuzuhara Teru
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