miércoles, 11 de febrero de 2015

El Eterno Femenino en la Escultura (V) - GALERÍA: Escultura s. XIX-XX. Italia (2)


  




El Eterno Femenino en la Escultura

Reflexiones esculturales

Reflexión 3: Erótica y Estética de la Escultura

(I)

.....En el primer post de la serie hacíamos boca hablando precisamente sobre Erótica y Estética. Apuntábamos allí algo sobre su razón de ser (someramente, su definición), su función y la relación que entre ambas existe. Decíamos que la Erótica hunde sus raíces en la necesidad humana de inmortalidad (esa aspiración surgida al hilo de la conciencia), y decíamos que era algo así como un daimon, o entidad intermediaria entre lo mortal y lo divino, un puente que intenta unir ambas orillas sobre el cauce de la existencia. Rascábamos, así mismo, superficialmente, la profunda concepción del hecho artístico como sustentador y vehículo estético de contenido erótico (más o menos evidente o aparente; más o menos enmascarado o subyacente). Quiero ahora, y me propongo, continuar aquella primera reflexión siguiendo el concreto derrotero que la liga específicamente a la escultura. 

.....Pues que se trata de una apelación a una manifestación artística eminentemente visual, el concepto de belleza (equiparable a la bondad platónica, ya apuntada en el mencionado primer post) vendrá ligado de forma íntima e inseparable al de Estética. Y repito lo ya dicho allí: la Estética no remite exclusivamente a la sensación experimentada por la simple percepción óptica; antes bien, es la estimulación intelectiva causada por esa percepción lo que puede y debe llamarse, en rigor, fenómeno estético. Estimulación que remueve el sedimentado fondo de la experiencia —la memoria—, que desata alusiones y suscita sugerencias provocando emociones que acabarán por conmover íntimamente el alma. El fenómeno estético es un complejo sistema interrelacionado de in and out (lo contemplado fuera incidiendo en lo de dentro; la naturaleza de lo de dentro condicionando la visión de lo de fuera), en el que se establece un continuo toma y daca de imágenes y sensaciones/emociones ligadas a ellas. La visión de una forma bella (siempre me refiero, ahora, a una manifestación escultórica) desencadena una reacción interior en el observador que lo lleva desde una primera impresión de bienestar, suscitada de forma refleja y condicionada a un tiempo, análoga al afloramiento manantial de un venero ya existente pero situado en las profundidades del ser, a toda una serie subsiguiente de cascadas emocionales en las que esa corriente interior aflora desde nuestra conciencia en forma de imágenes y sentimientos (inherentes a ellas). Se suceden así, en base a esa concatenación de imágenes sugeridas por la imagen contemplada, que no son sino ideas ligadas a emociones, toda una serie abierta y azarosa de sentimientos que dependen —y he aquí uno de los rasgos más característicos de lo humano— del estado concreto, temporal o circunstancial, del observador.

.....Nunca la contemplación de la misma obra en ocasiones diferentes, en días diferentes, sugiere idénticas emociones en quien la goza o padece. Esto lo comprobaremos fácilmente si realizamos por nuestra cuenta el simple ejercicio de observar una obra que nos conmueve especialmente por su belleza, en días distintos; veremos cómo lo sentido difiere, cómo no se reproducen las mismas imágenes, ni son los mismos los sentimientos experimentados. Y esto es así, en parte, porque siendo, como es, el ser humano una criatura en constante cambio, en continua modificación, en perpetuo dinamismo estructural, cuyas células nacen y mueren constante y perpetuamente (con diferente cadencia, eso sí, a lo largo de su vida) hasta el día de su muerte, su estado emocional depende del que se es en cada instante dado. Nunca nada se repite de la misma (fotográfica) manera ni en el magín ni en el corazón de la mujer y del hombre. Heráclito dijo bien cuando afirmó que uno nunca se baña en el mismo río, cuando en él se introduce en veces sucesivas. Esto vale, y de forma incontestablemente empírica, aún más en el ámbito del ser racional, imbuido y preñado de emociones, que en el figurado sentido material a que hacía referencia el efesio filósofo Oscuro. La escultura, en cambio, goza de un estatus de aparente estabilidad, de invariable apariencia, de inalterable constitución; y es el observador quien, en su dinámico interior, sentirá la fluctuación de un ser en permanente vibración en el registro de sus sensaciones cuando se somete a la experiencia contemplativa. La misma figura, observada a la misma hora, en diferentes días, nos proporcionará siempre una cierta proporción de nuevo caudal emocional. Esto es parte del sentido que tiene el dinámico fenómeno estético.

.....En la búsqueda incesante del bienestar, de la felicidad, del disfrute de una sensación que nos remita a una evocación de lo eterno, en la inagotable e incansable labor de conquista que el ser humano realiza diariamente para superar su ineludible naturaleza mortal, es el arte quien le ha proporcionado las mayores satisfacciones, quien le ha procurado los más eficaces logros... y el consuelo más perdurable. El hecho de intentar que esa manifestación capaz de derrotar al tiempo, la obra de arte, adquiriera la apariencia de perdurabilidad, ha sido la que ha propiciado la plástica artística, una labor no útil, no materialmente necesaria, pero sí imprescindible para el equilibrio emocional del ser pensante. Y, dentro de la plástica, serán la arquitectura (en el ámbito "macro") y la escultura las que mejor pueden servir a ese fin. La piedra (en toda su ingente variabilidad) y el metal serán los elementos preferidos, pero también encontrará apropiados otros materiales más o menos suntuosos, más y menos bellos, como el marfil o el ámbar, o aún algunas más elaboradas surgidas al amor de la tecnología (todos los materiales sintéticos, inertes o no).
.....Cada material posee una entidad de estimulación propia, una capacidad para transmitir el mensaje erótico-estético. La materia, de este modo, modularía la significación última de la intensidad con que la belleza en él se expresa. No es lo mismo una figura de yeso, que otra de mármol, que otra de bronce (podemos hacer la comprobación nosotros mismos, con algunas de las muchas obras que siguen este proceso de creación: boceto previo —yeso— y culminación, ya sea en mármol ya en ulterior bronce); cada una nos aporta una significación, un estímulo, un matiz en la emoción, diferentes. Luego la materia tiene voz propia en este fenómeno estético y su inseparable carga erótica. Hay materiales más proclives a atesorar, en la constitución que les es propia, una mayor cantidad y/o una específica calidad de erotismo.

.....El zenit de esta relación material/belleza en la escultura se produce cuando se alía un material naturalmente bello con un excelente modelado. Es por eso que se elige o prefiere un mármol a otro según la obra a realizar; y es por eso que los antiguos griegos procuraban —y preferían— utilizar en sus obras mármol de Paros para sus esculturas y Pentélico para los sillares, columnas y metopas de sus edificios; es por lo mismo que los romanos se decantaron por el de Carrara y el Travertino, para semejantes funciones; y por lo que se emplea un mármol rosa de Estremoz (Portugal), otro negro de Aksehir (Anatolia) u otro de Siena (del mismo color): buscar el efecto peculiar de su apariencia para expresar un matiz concreto de la belleza. El ónice, el alabastro, el azabache, el ámbar o el marfil poseen carácter estético propio, y el artista/creador, que lo sabe, lo utiliza en su provecho para transmitir su particular mensaje en una botella en forma de perdurable obra de arte.
.....La textura, el color, el acabado, son características determinantes a la hora de elegir uno u otro material. El mármol siempre ha sido el material de referencia para la escultura de altos vuelos, la más señera y señorial, la más ligada a la majestuosidad y a la majestad. A pesar de —o quizá gracias a ello— su irreal coloración lívida, el mármol (siempre se ha buscado el más blanco y menos veteado, el que transmitiera una mayor impresión de pureza) ha sido el material de preferencia para artistas y mecenas por sus características estéticas, sí, obviamente, pero también por su adecuación al esculpido y/o modelado en realción a su perdurabilidad. Es como si la obra de arte, sustanciada en mármol, poseyera una condición intrínseca que incidiera directamente no en la percepción de lo real por el observador sino en su universo ideático, en su complejo mundo de ideas y emociones, de sentimientos ligados a imágenes abstractas, mentales, ideales. La figura de mármol pareciera hablar un idioma no ya inorgánico, si no, más allá de lo orgánico (animal), uno eminentemente espiritual, sólo comprensible e inteligible por el ser humano (que es quien siente la necesidad de su existencia), y éste, además, más o menos identificado con él en relación a su sensibilidad y su cultura. 

(continuará)



Retratos escultóricos del Eterno Femenino

4
La Mujer de Terracota

.....De la arcilla Dios hizo al género humano, insuflándola vida con su aliento. Con arcilla el hombre crea obras de arte, que someterá a la acción del fuego para aumentar su durabilidad y mejor acabado.
La Mujer de Terracota posee, por alusiones, gran parte de las cualidades y propiedades de este material, ya no exclusivamente natural pues detenta un incipiente grado de sofisticación humana.

.....La Mujer de Terracota, llamémosla Raquel, nace en un pueblecito de provincias y crece apegada a la tierra en el seno de una familia, a su vez, apegada al campo. Una familia con posibles que desea para ella una vida mejor que la que le puede esperar si se queda en los siempre estrechos límites marcados por las estaciones y los ciclos biológicos del ganado. Así es que un día la envían a la capital, a estudiar y forjarse una vida de horizontes más amplios que los propios a su extracción campesina. A Raquel, que es una chica de espíritu despierto, aunque de sentimientos primarios, le gustaba más el interminable horizonte de los campos cultivados, o el limitado por los pinares a los que solía ir de niña a recoger piñones y embadurnarse las manos con resina, que este otro horizonte urbano, gris y cuadriculado, que apenas dejaba ver el cielo. Pero Raquel que, ante todo, es mujer de carácter y orgullo, aunque refractarios, modelables, acabará por integrarse en ese nuevo ambiente, no sin adquirir, junto a su esmerada educación, un cierto endurecimiento de su corazón. Fuera de sus registros emocionales familiares, ligados a la tierra que la viera nacer; alejada de la compañía de las fuerzas elementales entre las cuales había nacido y donde transcurriera su infancia, se siente como perdida, desarraigada, desubicada. Lo estará ya para el resto de su vida, hasta que un día decida volver, despojarse de la forma cocinada en que se sustanciaba esa formación adquirida en las urbes, y recobrar la simpleza de su forma primitiva. Pero antes de que su vida periclite y se reintegre habrá transcurrido una vida, la suya, impostada, convertida en otra que la que siente ser. La nobleza obliga y la responsabilidad, tan ligada a la voluntad de sus progenitores, la impulsan a vivir esa otra vida. 

.....Tras obtener una licenciatura en Ingeniería Agrícola, con Premio Especial Cum Laude de fin de carrera incluido, Raquel oposita y gana una plaza en la Administración del Estado. De aquí saltará a la comisión de Agricultura de la Comunidad Europea, donde conocerá a un funcionario de carrera, como ella, de mediana edad, como ella, con el que se casará. Vivirán ambos en Bruselas durante algunos años. No tendrán hijos, y un mal día (o bueno, eso nunca se sabe) acabarán separándose civilizadamente. Una vez muerta la relativa pasión inicial (de la que ella nunca estuvo del todo convencida), sin nada más a lo que aferrarse, decidieron de mutuo acuerdo, seguir cada uno su camino por separado. Dejó la vida cómoda y relativamente tranquila en la metrópoli de la Comunidad para ir de Asesora a Centroamérica, donde implementaría un Plan de Desarrollo Agrario. Allí se enamoraría hasta las cachas de un hermoso criollo más joven que ella, con el que tendría una intensa relación física. Era un joven prometedor, recién salido de la facultad, que aspiraba a resolver los problemas endémicos de América Latina, y, de paso, resolver los no menos endémicos pero más singulares e íntimos de Raquel. Éstos pareció poderlos resolver durante un tiempo, los de América Latina apenas notaron su ilusionado y pretencioso esfuerzo. La relación acabó tan súbita e impetuosamente como empezó, sólo que en negativo: donde allí arrebato y ardiente deseo, aquí ira y frustración; donde allí risas y excitación, aquí lágrimas y desesperación; donde allí gemidos y jadeos y suspiros de placer, aquí imprecaciones, insultos y amenazas...

.....Por poco acabó con ella la ruptura. No lo hizo, porque Raquel era mucha Raquel, y en su naturaleza latía fuerte el telúrico corazón de una raza hecha para aguantar los más terribles embates de la vida, pero sí acabó con su etapa americana. Regresó a España con un hijo en su vientre, del que nunca informó a su padre. Se apalancó en el Ministerio de Agricultura dispuesta a ser una madre razonable y responsable. Se acabaron los tumbos de aquí para allá —se dijo—, y lo cumplió. A los cuarenta años Raquel dio a luz a un precioso niño, muy moreno de piel y cabello, con rasgos propios de Tupac Amaru. Sería su razón de ser en adelante. La sensación de pérdida se mitigó, encontrándose en la absorbente función de cuidar al hijo. Sin problemas económicos, pudo atender convenientemente las necesidades de su educación. El hijo, al que llamó Mario, le salió con una acusada sensibilidad que nada tenía que ver con ese supuesto y latente machismo predominante en latinoamérica. El chico se inclinaría por el arte: estudió música y se hizo chelista, llegando a tocar, como solista, en las mejores orquestas de Europa; además, salió de un armario donde nunca estuvo escondido, pero en el que algunos se empeñaban en ubicabarlo. Mientras, Raquel, que ya no se volvería a enamorar, aunque sí tuviera algún que otro esporádico e intrascendente flirt, sintió cómo, poco a poco, iba mudando la piel, iba desprendiéndose de las capas que habían ido ocultando su verdadera naturaleza... Se dedicó a hacer Meditación Trascendental y se asoció a una Escuela Europea de Krishnamurti, con sede en Basilea, a donde se desplazaba mensualmente en retiros de fin de semana. 

.....A los cincuenta y dos años tuvo la revelación: se liberó de la última capa. El proceso de cocción sufrido en su juventud se había invertido al fin. Volvió a recuperar a aquella que fuera hasta los diecisiete años, cuando abandonó su pueblo natal para iniciar un proceso de sofisticada formación. Regresó a la finca familiar, a hacerse cargo de la explotación agropecuaria. Sus padres, ya mayores, se lo agradecieron, aunque no comprendieran esas miradas que a veces Raquel les propinaba. Fueron incapaces de comprender que en ellas era el reproche lo que brillaba, aunque un reproche ya romo y sin filo: ¿Por qué me arrojasteis del paraíso? Parecía inquirirles. No, no lo captaron, ni, por lo tanto, lo comprendieron; como tampoco fueron capaces de comprender lo que treinta y cinco años antes su decisión había implicado con respecto a su hija.
.....Ella, Raquel, lo enmendó a su vez con su propio hijo (como suele ser natural, en un sencillo mecanismo de compensación generacional), al atender con solicitud e interés las necesidades que éste fue sintiendo con el paso del tiempo. Apoyado en todo momento por su madre, Mario pudo desarrollar de modo adecuado todo su potencial vital, tanto artístico como emocional.
.....La tierra volvió a la tierra, y allí sintió la inmortalidad que le cabía por naturaleza, una inmortalidad no ligada a la forma sino a la posibilidad infinita de lo informe para poder serlo todo.

Fin


GALERÍA

EL ETERNO FEMENINO EN LA ESCULTURA
Último tercio del siglo XIX y primero del XX

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ITALIA (2)
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.ANTONIO ROSETTI
1819-1870
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Esmeralda and Djali
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Esmeralda and Djali
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Esmeralda and Djali
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Esmeralda and Djali
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Time is Precious, 1873
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The Time is Precious, 1867
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The Time is Precious, 1867 (detail)
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The Time is Precious, 1867 (detail)
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The Nubian Slave
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Seated Odalisque
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Seated Odalisque (front-side)
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Seated Odalisque (front)
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Seated Odalisque (side)
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Hidden Love
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Amore Svelato (Hidden Love)




RICCARDO AURILI
1854-1914
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Flower Basin with a Nude drying Her Foot
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GIUSEPPE CROFF
1810-1869
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Nymph at the Fountain, c 1850
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The Veiled Nun
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The Veiled Nun
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The Veiled Nun




FERDINANDO ANDREINI
1843-1922
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Dawn
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Aurora, Goddess of Dawn
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Allegory of Spring
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Nymph of the Seas
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The Bather, 1900
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The Bather (with pedestal)
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The Bather Blanched.jpg
The Bather (two versions)
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Reflected Beauty
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The Three Graces (Or Three Nymphs)
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FRANCESCO BARZAGHI
1839-1892
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The Finding Moses,1869
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After Francesco Barzaghi
Dea dei Fiori (The Goddess of the Flowers). Carved Ivory
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5
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3
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A young Girl Collecting Flowers
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GIOVANNI BATTISTA LOMBARDI
1823-1880
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Ruth
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Ruth
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Susanna
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Susanna
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Ruth
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AMBROGIO BORGHI
1849-1887

Berenice's Crinis
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Chioma di Berenice (marble)
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Berenice's Tresses (detail)
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Berenice's Tresses (detail)
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Chioma di Berenice (plaster)
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Chioma di Berenice




ANTONIO TANTARDINI
1829-1879
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Bagnante seduta (Bañista sentada)
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Bather seated
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Bather Seated




VITTORIO CARADOSSI
1861-1909
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Amenaide, The Operatic Heroine
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Leda and the Swan
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Shooting Stars
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 Shooting Stars
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Sea Nymph
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Nymph and Chimera
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 Maiden seated on a semicircular bench beside two doves
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Maiden seated on a semicircular bench beside two doves (detail)
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Sea Nymph (alabaster)
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Sea Nymph (bronze)
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Nereid (Sea Nymph)
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Sea Nymphs
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Sea Nymphs
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A Moon Nymph
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Woman of the Mirror
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ARISTIDE PETRILLI
1868-1907?
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 Flora (allegory of Spring)
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Water Nymph
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Wrestling Bacchantes


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The Four Seasons
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Bacchanalian Chariot (a figural lamp)
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GIOVANNI BATTISTA GAMBA
1846-?.


Contemplative Bathing Beauty
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ANTONIO ALEGRETTI
1840-1919

Eve after the Original Sin


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PIETER BARRANTI
19TH CENTURY


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PIETRO BAZZANTI
1842-1881
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Psyche walking the sleeping Cupid
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Hebe, Goddess of Youth as a dancing Bacchante
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Standing Nude Female
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Standing Nude Female
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JOSÉ FRUCTUOSO CONTRERAS

L'Èveil (Awakening)
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 Malgré tout
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Malgré tout
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Malgré tout
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UNKNOWN ARTISTS
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The Toilette of Venus. 19th century, French
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An Italian carved marble figure late 19th century
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Nymphe
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La Source
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Sea Nymph held aloft by Wave, late 19th century. Italy
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Dancer with Cymbals. Late 19th century
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Girl with a Jug. Late 19th century 
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 Venus and Cupid. Italian,Late 19th century.
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