viernes, 19 de febrero de 2016

La Transgresora (VII) - GALERÍA: Marina Marina ⚤ Aydemir Saidov: En Femenino



Georg Philipp Telemann

"La Realidad, sin imaginación, es la mitad de la realidad",
dicen que dijo Luis Buñuel. Lo de menos es la proporción,
lo sustancial es que acertó nuestro mejor director de cine
al colocar a la imaginación donde le corresponde: en la realidad.
No es concebible el brillo de la humanidad sin el fuego de la imaginación.
Como no se concibe la imaginación sino como parte esencial de la realidad del ser humano.
Mediante la imaginación el hombre revela la realidad oculta tras las apariencias.
Es la imaginación el verdadero sexto sentido del hombre,
aquel mediante el cual percibe la realidad hurtada a los otros cinco sentidos.
No se puede imaginar más que lo que existe, de alguna forma, realmente.
Y no digo que sea real de una manera privativa del intelecto,
afirmo que es real en el más amplio sentido del término.
Lo imaginado conforma la realidad de lo que el ser humano es,
como la conforma lo visto, oído, tocado, olido o saboreado.
Limitar lo real a las apariencias es negarle al intelecto su más humana razón de ser.
La imaginación es el sentido para percibir lo posible que la realidad es.
Pensamientos Últimos. Héctor Amado


La Transgresora

VII

Sobremesa de cuento (3)

Relato Tercero

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.
La Transgresora

I

.....Con toda la ceremonia requerida en tan excepcional ocasión, se presentó, se abrió y se sirvió el glorioso Château d'Yquem de 1945. Lucía un bello y prístino vestido color caoba, propio de tan provecta edad, que en el cristal tallado de la copa estallaba en destellos abarcando todo el rango de matices del dorado, desde el oro blanco hasta al bronce. Color del sirope más concentrado que auguraba una experiencia sensorial única e irrepetible. Casi de modo reverencial, todos al alimón, elevamos las copas, brindamos por tan longevo vino y acercamos los labios al translúcido cáliz. Diríase que seguíamos un preciso ritual mil veces ensayado: los ojos entornados, la atención concentrada en el sorbo, los sentidos alerta a toda sensación que de aquella ambrosía se obtuviera. El néctar penetró en la boca y, por unos instantes, reinó el más absoluto silencio. No se oía más que la actitud vigilante: una especie de tensión receptiva que circulaba como por vasos comunicantes entre uno y otro de los comensales que así realizábamos la ofrenda de nuestros sentidos. Tímidamente, más por respeto que por retraimiento, comenzaron las diferentes apreciaciones a salir de entre los agradecidos labios que un momento antes habían recibido tan precioso elixir. Teniendo en cuenta que ya acabábamos de degustar otro extraordinario sauternes de la misma maison, disponíamos de una inmejorable ocasión para sentir, de modo comparativo, la distancia que puede haber entre lo extraordinario y aquello que escapa, por arriba, a cualquier superlativa valoración. En momentos así, toda palabra, por muy ajustada que quiera ser, resulta pobre ante la intensidad de las sensaciones experimentadas, producto de los aromas y el flavor que ascienden de categoría para hacerse pura emoción: toda una cascada de analogías, entonces, comienza a precipitarse hacia arriba, directamente al alma, inundando el espíritu del bebedor; cascada procedente de ese otro espíritu presente en los más nobles granos de uva semillion sauvignon blanc que, tras soñar durante setenta años junto el genio de la botella, comparte sus fantásticos secretos de sol, tierra, vida y tiempo.

.....Después de esta experiencia casi religiosa, todos los ojos se fijaron en mí. Y ahí estaba yo, como un pipiolo opositor, ensartado por las miradas escrutadoras de un avezado tribunal que esperase una disertación capaz de merecer su aprobadora calificación. Envalentonado por el quintaesencial sauternes, y cada vez más convencido de que mi inspirada idea era de lo más acertado, miré a Greta y me dispuse a hacer lo que ninguno de mis dos predecesores había hecho: realizar una dedicatoria. Y si mis ojos eligieron a nuestra anfitriona no era por otro motivo que el ser ella la beneficiaria de tal reconocimiento.

—La historia que ahora mismo me dispongo a narrar se la dedico a Greta, no sólo por haber propiciado este encuentro, sino por ser una mujer que trasciende el concepto de lo femenino para alcanzar el significado de avatar de lo sexuado. Mujer que, siéndolo en grado superlativo, reúne en sí una inconcebible fusión de sexos para sustanciarse en híbrida amante creadora: en ella, íntimamente reunidos, la potencia y el acto que hacen posible que la vida pueda mostrarse y resultar voluptuosa y fértil, entrañable y deseable, en dos palabras: sensorialmente satisfactoria. Creo que en esto estaremos todos de acuerdo...
     Tras una primera sorpresa inicial, que los mantuvo a todos demudados —incluida a Greta que me miraba con ese gesto del que trata de comprender el alcance de una confesión inesperada—, unos y otros acabaron asintiendo.
—Pues bien —continué—, quiero dedicar mi relato a nuestra querida y sorprendente anfitriona, además, porque al fin y al cabo ella es su leitmotiv y necesaria protagonista principal. Es más, os diré que, en mayor o menor medida, protagonistas seremos quienes estamos sentados a esta mesa —y aquí mis palabras dejaron lugar a la mirada: la que les dediqué a todos y cada uno, dando con ella un retórico énfasis de intencionado misterio a mi discurso—. Algo que podréis comprobar —continué—, sobre todo, a partir de la parte central de la narración, en que lo narrado os resultará muy familiar. Pero no adelanto más. Comience este tercer y postrero relato que, según lo anunciado, dará por finalizada la parte literariamente creativa de tan placentera e inusual velada.

.....Y empecé a desgranar, punto por punto, lo acaecido en las tres entradas que con este título, La Transgresora, se han venido sucediendo en el espacio de este blog. Los hechos concernientes a estas tres primeras entradas al ser desconocidos por todos mis compañeros de mesa —menos por Greta, que desde la segunda entrada, momento en que nos conocimos en el Musée de l'Ërotisme de París, ya sería protagonista habitual de los acontecimientos posteriores, bien con su presencia, bien con su figura referencial— fueron seguidos con interés, y hasta con curiosidad. Pero cuando abordé lo acaecido en la cuarta entrada, es decir, desde el momento de la celebración de la cena que estaba teniendo lugar esa misma noche, en cuya sobremesa se habían narrado ya dos relatos y yo daba inicio al tercero, todos comenzaron a moverse en sus asientos y a mirarme con gesto de extrañeza, como diciendo: ¿a dónde querrá ir a parar? Y su extrañeza no estaba fuera de lugar, por cuanto les estaba relatando hechos por ellos conocidos, aunque lo hacía desde la perspectiva y autoridad de mi propia mente: la mente —supuestamente— de su creador, del creador de un relato del que ellos son protagonistas, con las reflexiones y voces en off propias de quien matiza situaciones y actitudes de sus personajes. Ellos, claro está, no podían creer que su existencia fuese una invención mía, y alguna que otra sonrisa pícara comenzó a asomarse en los rostros. Por su parte, Greta, desde el momento en que apareció en escena —en este mi relatar desde dentro del relato lo ya relatado desde fuera—, no dejó de mirarme como si con sus ojos me estuviese escaneando, intentando comprobar la veracidad de lo que mis palabras parecían revelar. Tampoco ella podía creer que no fuese más que un producto de mi imaginación.

.....Ni qué decir tiene que había capturado la atención de mi selecto auditorio con una intensidad soñada por cualquiera que hable en, y para el, público. Por refrescar la memoria, consignaré un resumen parcial de mi relato (ya antes narrado, in extenso, en las tres primeras entregas de La Transgresora, en este blog), al menos lo que concierne a aquellas partes no conocidas por todos los comensales, y que considero esenciales para poder seguir lo que acontecerá a partir del momento en que la narración continúe más allá de lo ya conocido (es decir, hasta la entrada VI), y que supondrá, de esta forma, el inicio del verdadero —por nuevo— relato.
.....Pero antes el resumen, un recordatorio que posiblemente nos dé la sensación de estar viviendo un déjà vu o un más fílmico día de la marmota:


II

....."Cuando la conocí posiblemente fuera una de las personas más amorales que un ser humano de bien pudiera imaginarse.  Y digo amoral con todo el sentido y el significado que dicho término posee, pues en la naturaleza de Greta, como descubriría muy pronto, no había el menor atisbo de una consideración moral de la existencia. Actuaba siguiendo el impulso infalible de su deseo... [...]
....."Quizás por todo ello Greta hacía llamarse la Baronesa. Aunque había quien apuntaba en este título una alusión a su evidente preferencia por el bello sexo. Tenida por bisexual, se le conocían numerosos y continuos affaires tanto con hombres como con mujeres, bien fuese por turno o a la vez. Las orgías llevadas a cabo en Villa Arcadia se hicieron célebres; quizás más célebres y morbosas de lo que en realidad demandaba lo que allí sucediera... [...]
....."La espléndida bodega, que se extendía por diversas galerías de los sótanos de la Villa encaramada en lo alto de un boscoso cerro, era reconocida como una de las mejor provistas de Europa... [...]
....."Gustaba Greta vestirse a la moda de los años veinte, aquellos Locos Veinte que según ella eran el epítome de la despreocupación y la nonchalance consecuentes a un deseo exacerbado de vivir y disfrutar de todo lo placentero, incluido, claro está, el sexo.... [...]
....."Formas rotundas, turgencia en estado puro, sensualidad felina, voluptuosidad irresistible, serían expresiones que no alcanzan a transmitir lo que el cuerpo de Greta, ya estático ya en movimiento, expresaba. Era el suyo uno de esos cuerpos cenitales en los que la naturaleza parece haber logrado una de sus más excelsas obras maestras. Un cuerpo para gozar y gozarse, para disfrutar disfrutándose, y de ello Greta era no sólo consciente sino fervorosa practicante.

.....No pude evitar una sensación de legítimo pudor —manifestado por un ligero pero patente rubor en mi rostro— al relatar las cualidades de nuestra anfitriona, habida cuenta que no hacía sino confesar íntimos pensamientos y sentimientos en voz alta, en presencia de aquella que los suscitaba, y a quien estaban dedicados. Mi mirada, que oscilaba entre uno y otro de mis compañeros de mesa, se cruzó con la suya en más de una ocasión. Ella me miraba como quien escucha, por un lado, la confesión pública de un enamorado; y, por otro, la revelación de un secreto inconcebible e irreal, algo, en todo caso, demasiado íntimo como para hacerlo expreso. Y es que creo, sí, que había un atisbo de reproche en sus ojos, pero un reproche, al mismo tiempo, agradecido. Greta era así, tenía esa facultad de contradicción y anfibología en sus gestos y actitudes. Nunca me he encontrado con una persona que tuviese esa capacidad de múltiple expresión en la mirada. Acentuó —o, al menos, esa impresión me dio— aún más esa ya de por sí interesada atención, a partir del relato de nuestro encuentro:

....."Yo iba a visitar por primera vez Le Musée de l'Erotisme, uno de esos lugares que sólo son posibles en ciudades que poseen una, más o menos declarada —o escondida—, alma libertina (como Berlín, New York o San Francisco), o una ingenuidad natural refractaria a toda moralina (como Tokio). Allí la conocí. Allí conocí a Greta. El destino —si es que existe— no hubiera podido elegir mejor lugar para un tal encuentro. Yo por entonces era un joven doctorando preparando su tesis. Ella era ya todo un mito entre los círculos artísticos parisinos (valga decir culturales, pues su figura había inspirado varias obras literarias de la más diversa índole). Una leyenda viva, vamos, como lo fuera la Bella Otero, pero en culto.... [...]
....."Además de su espléndida anatomía, de su don de gentes y de su legendaria forma de vida, Greta había realizado solventes incursiones en el mundo de la pintura seria —aunque sobre todo era reconocida por la ilustración publicitaria y las tiras eróticas de ciertas revistas para adultos—; esculpía con la soltura, el talento y la audacia de una Camille Claudel, pero libre de su autodestructiva angustia; componía poemas que, más que a Safo, recordaban los procaces sonetos de Aretino o los lascifs de Alexandre de Vérineau; y escribía relatos con tal carga de erotismo que hubieran excitado a un Petronio, un Bocaccio o un Bataille (en los círculos especializados se la apodaba Baronesa de Brantôme, en alusión a Pierre de Bourdeille, Abad y Señor de Brantôme, un galante y mediocre escritor nacido en el Périgord, en el siglo XVI, cuya obra más obscena, Vida de las mujeres galantes, Greta había reescrito actualizándolo a los tiempos modernos)... [...]

....."Con esas credenciales, cómo no sentirse intimidado por aquella mujer cuando clavó sus ojos en los míos al ser presentados... [...]
.....Yo hago ademán de cogerle la mano al tiempo que adelanto la cara para darle el formal beso en las mejillas, pero ella, sosteniendo mi mano con la suya, realiza una finta y me besa directamente en los labios (siento los suyos, cálidos y carnosos; y cómo los míos, tibios y finos, se hunden en su acolchada morbidez)... [...]
....." No puedo dejar de mirarla a los ojos, a los labios, a las mejillas, al cuello, al cabello suelto que medio ensortijado le cae libremente sobre los hombros desnudos, a las largas y expresivas manos que subrayan con mesurados gestos sus palabras. [...]
....." Testigo divertido de mi turbación, mi tutor resumió las palabras intercambiadas instantes antes entre Greta y él (esas que mi conciencia no alcanzó a entender por estar absorta en su sentir).
—Amigo mío, pareces salido de un trance. Comentábamos hace un momento (mientras tú te hallabas en vaya usted a saber qué cielo) —dijo, divertido— que dado que estás preparando tu tesis doctoral sobre el papel del erotismo y la pornografía en el arte, y que Greta posee entre los muros de su casa, Villa Arcadia, una de las mejores colecciones de Europa de textos literarios, manifestaciones artísticas y otras curiosidades sobre el tema, no estaría de más hacerle una visita. Y yo le comentaba que me parecía una buena idea, una idea genial. ¿No te lo parece a ti?.... [...]


.....Durante la narración de este episodio, mis compañeros de mesa alternaron la mirada que me dedicaban como narrador con la mirada tanto a Greta como a mi tutor, como protagonistas de lo narrado. Mi tutor se sumó a la actitud curiosa de Greta. Estoy tentado a decir que pude descubrir un leve gesto de vergüenza en sus rostros. Como si estuviese revelando cosas demasiado íntimas de ambos, cosas que, por otra parte, sólo ellos debieran conocer. ¿Cómo es que yo sabía esas cosas?
.....Les relaté el episodio de la comida en La Coupole, al que no voy a hacer referencia aquí (se puede consultar en la entrada correspondiente: La Transgresora III) por carecer de relevancia para el relato posterior, pero sí apuntaré que las confidencias entre mi tutor y yo, respecto a Greta, suscitaron una discreta pero perceptible reacción en ésta, que consistió en una distensión en su vigilante actitud, expresada por una relajada sonrisa y una mirada divertida dirigida alternativamente hacia ambos protagonistas que parecía decir: "ah, pilluelos, pilluelos. Los hombres sois incorregibles cuando os encontráis solos y habláis de nosotras, las mujeres". Mirada amistosamente reprobatoria que pudo ser seguida por todos, ya que al narrar dichas confidencias las miradas de todos, a su vez, se dirigieron hacia Greta.
.....Sí, en cambio, citaré la parte correspondiente al epígrafe que lleva por título Villa Arcadia, por ser fundamental para la parte nueva del relato, ya que el escenario en que ésta va a desarrollarse se sugiere ahí:

....."Situada de forma estratégica, rodeada de grandes arces y sicomoros, y encaramada en lo alto de una suave loma, al abrigo de miradas curiosas, el pequeño palacete de Villa Arcadia tenía, como un templo cristiano, la fachada principal orientada hacia el Oeste, frente a la gran masa verde del Bois de Boulogne, y, también como un templo cristiano, poseía una especie de pórtico en su entrada. El estilo neoclásico imperaba en el extrañamente bello edificio, y digo extrañamente porque podían observarse aquí y allá detalles que lo dotaban de un eclecticismo desconcertante... [...]
....."Uno quedaba impresionado por una invisible pero patente proporción, como una regla áurea codificada en formas y colores, en materiales y texturas, en líneas y volúmenes, en espacios y proyecciones. La finca abarcaba unas tres hectáreas de zona descuidadamente ajardinada, cercada por altos tapiales de piedra tapizada de musgo, líquenes y hiedra. Pequeñas zonas boscosas se alternaban con inculta pradería y algunos conglomerados rocosos que escondían —cuando uno se acercaba primero las escuchaba y después las veía— fuentes que milagrosamente surgían en lo alto de la roca viva para dejarse caer formando, de trecho en trecho, cascadas en miniatura... [...]
,,,,,"Mientras nos mostraba todas estas maravillas, Greta —que momentos antes nos había recibido al pie de la cancela que daba entrada a la Villa— me dio la impresión de ser la titánida Calipso mostrando orgullosa —pero no envanecida— su isla fantástica a dos privilegiados mortales arrojados allí por la fragorosa urbe. Y lo cierto es que al traspasar las tapias del recinto parecía que uno entraba en otro mundo, como si una barrera invisible se alzase sobre los muros circundantes aislando celosamente el interior de la finca de ruidos e influencias exteriores.... [...]

....."Greta-Calipso nos guiaba a mi tutor y a mí por este su terrenal cielo como lo hiciera Beatriz por aquel otro literario a Virgilio y Dante. Calipso y Beatriz, dos figuras legendarias, en cierto modo antagónicas, fundidas en un mismo ser. Ese cóctel irresistible que aúna sensualidad y castidad, limpidez y taumaturgia, virtuosa belleza y voluptuosa seducción, se daba en Greta con total naturalidad, sin fisuras, sin solución de continuidad... [...]
....."Para cuando traspasamos el umbral de aquel pórtico neoclásico que hacía las veces de puerta de entrada principal, nada que no fuera el momento presente quedaría en nuestra consciencia... [...]
....."Al fondo de la entrada, en un lateral de la escalera que comunicaba con la primera planta, una puerta en trampantojo disimulaba el acceso a la bodega. Hacia allí nos condujo Greta tras haber dado un rápido vistazo a la planta baja. La disimulada puerta se abría, como no podía ser de otra manera, mediante un mecanismo escondido en una lámpara de hierro tipo aplique situada a su derecha, a la altura de la cabeza. Unos cómodos escalones llevaban hacia las profundidades suavemente iluminadas del subsuelo hasta conducirnos a un hall de techo abovedado cuyas paredes estaban llenas de estanterías con libros y archivadores... [...]
....."En esta especie de antesala había dos puertas: una comunicaba con la fenomenal bodega que —como comprobamos instantes después— se extendía más allá de los cimientos de la casa; la otra puerta, nos dijo, llevaba a su otro mundo, uno al que, quizás, podríamos acceder posteriormente... [...]
....."Salimos de la bodega y nos dispusimos a subir de nuevo a la planta baja. Al abandonar el distribuidor, tanto mi tutor como yo no pudimos evitar echar una furtiva mirada a aquella otra puerta cerrada que parecía esconder secretos aún más extraordinarios que los ya descubiertos (todo secreto por descubrir, por el mero hecho de serlo, en un ámbito donde lo extraordinario cobra la categoría de normal, siempre poseerá a nuestros ojos la promesa de lo aún más extraordinario)... [...]
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III

.....Y en este punto enlazamos el relato con lo acaecido desde el punto en que todos los comensales nos conocimos y nos sentamos alrededor de la mesa. Al llegar el momento de las descripciones de todos ellos, a medida que desgranaba la de cada uno, asociándolo al dios correspondiente de Panteón Olímpico, el aludido se removía en la silla, como si reaccionara a un escondido mecanismo que se ponía en marcha mediante la invocación de mi palabra. Teniendo en cuenta que, a pesar de haber pasado una velada juntos que ya duraba más de cuatro horas, donde las conversaciones cruzadas trataron de los más diversos temas, yo mencionaba rasgos del carácter y ocupaciones de mis concelebrantes que no necesariamente todos habían compartido conmigo, las exclamaciones (aunque discretas) de sorpresa e incredulidad se sucedieron. ¿Y cómo sabe este que yo soy así o asao, que me dedico a esto o aquello, que mi adscripción a uno u otro papel se corresponde a una concordancia con esos rasgos que sólo conocería, en todo caso, Greta, y no un recién llegado? Las miradas incrédulas se cruzaban a su vez buscando asentimiento entre ellos.
.....Para cuando pasé de puntillas sobre la cena, por ser algo ya conocido, mis compañeros aún se encontraban en un cierto estado de turbación, por lo que creo que escucharon lo que ya conocían como si lo oyeran desde la lejanía, casi como un eco o resonancia de un sonido por ellos emitido. Citados los dos anteriores relatos, El Caviar de Ramsar y La Señora de Lur Saluces, e introducido ya en los prolegómenos del mío, por los que daba a entender claramente que todo lo que acontecía, lo que había acontecido durante toda la noche, y, antes, durante todo el día, desde que conociera a Greta, no era sino producto de mi imaginación.
.....En este punto fue Zeus, quien, como corresponde a la responsabilidad inherente a su papel, no pudo aguantar más como un simple oyente y decidió hablar:

—¿Pretendes hacernos creer que no somos más que productos de tu imaginación, que nuestra existencia no es más que tu voluntad por recrear lo que tu magín ha elucubrado? ¿Es eso lo que nos quieres decir? Hombre, como recurso literario no niego que es ingenioso. Este juego de matrioskas, resulta cuanto menos, original. Sí, original. Pero lo que en realidad demuestra es que tu personalidad nos reserva secretos que, obviamente, desconocemos. Quizás seas una de esas personas con un desarrollado sentido de la telepatía, de una formidable capacidad de penetración en la psique de los demás, todo ello con unas grandes y agudas dotes de observación. En rigor, no podríamos concebir otra cosa, ni explicarnos de otra forma ese don que te permite penetrar en la intimidad del otro —todos expresaron aprobación por lo manifestado por aquel coloso de grave y profunda voz de omnipotente dios wagneriano. Greta medió, y dijo, a su vez:
—Amigo mío, es usted todo un cofre de sorpresas. Ya sabía yo, en cuanto lo conocí, que era usted digno de asistir a nuestras exclusivas veladas. Y su increíble relato me lo confirma. Tiene usted una gran capacidad y un enorme talento, lo cual ya le hace ganar por derecho propio un lugar entre nosotros. Pero no creo que piense que vamos a admitir, sin más ni más, que no seamos más que el fruto de una idea, la suya, y que usted sea una especie de factótum al que debemos la feliz existencia. Ha conseguido sorprendernos, a la vista está, pero no se pase con sus intenciones, no sea que alguno de los aquí presentes pueda sentirse ofendido —y al decir esto prorrumpió en una sonora carcajada, que los demás, tras un primer instante de duda, secundaron. Algunas de las risas denotaban ese tono de nerviosidad propio de la tensión resuelta, que, no obstante, aún duda. 

.....Cuando todo volvió a la calma, y cuando se dieron cuenta que lo que se había generado en el ambiente en ese momento era un clima de intriga por ver cómo se resolvería todo, es decir, por cómo continuaría el relato, y, en definitiva, la velada, que era, según mi narración, parte del relato mismo, me dispuse a retomar el hilo de la narración, sabiendo que, al hacerlo, su actitud de prevención desaparecería, que su disposición de intrigados testigos dejaría de ser tal para convertirse en protagonistas, que borraría de su memoria todo rastro de conocimiento crítico sobre mi relato. Ya no estarían viviendo como oyentes lo que ahora me disponía a relatar, sino como intérpretes de una realidad ficticia, que era lo que, en resumidas cuentas, era. Cuando la primera palabra mía se extendiera más allá de mi relatar para hacerse creadora de lo relatado, un velo se correría sobre la conciencia de mis personajes que ya no sabrían que eran parte de un relato, sino que se convertirían en protagonistas de su propia historia. Bucle en el espacio tiempo de un devenir difícil de concebir, pero tan real como la capacidad y voluntad para imaginarlo.

.....En este preciso momento en que el relato se fusiona a la realidad contada, lo más complejo es el punto de inflexión en que, sin haber acabado el relato, y como parte de éste, se narra lo que acontecerá después de haber acabado. Es decir: el auditorio asiste en el presente, como testigo mudo, al relato de lo que le habrá de suceder, como actor ignorante de sentirse escuchado, en el futuro. Es como si se pudiera experimentar la existencia en dos momentos distintos pero a la vez. El futuro convertido en presente narrado: todos están en la mesa, escuchando un relato que les narra lo que ellos mismos vivirán tras finalizar ese mismo relato; de otra forma: el presente a la espera de que el futuro pase ante sus ojos y le dé sentido y finalidad; o bien: el futuro, hecho presente, relatado desde un pasado que se riza sobre sí mismo hasta convertirse en presente narrador de futuro. La genialidad de la idea no dejaba de hacerme sentir eufórico. Y embargado por esta euforia violé la frontera que define y delimita la ecuación espacio-tiempo dando continuidad a mi historia:


IV

.....Tras este sorprendente tercer relato la voluntad de mi auditorio, suspendida y abrumada por lo que estaba en trance de acontecer seguidamente (y que formaba parte del final del relato que recién terminaba de ser relatado), reaccionó, tímidamente primero y sin ambages después, con el entusiasmo propio de quien acaba de asistir a un fenomenal truco de prestidigitación. Sabedores ignorantes de la real irrealidad de la que formaban parte, dieron rienda suelta a sus emociones en la forma más diversa: Zeus lanzaba rayos a las lámparas del techo que devolvían fulgores diamantinos, Afrodita se subió a la mesa para regalarnos una danza pletórica de sensualidad, Ares ejercitó sus habilidades guerreras con su sombra (como si fuese el actor de un anuncio de un perfume para hombres), Deméter lanzaba al aire espigas y amapolas —sus rivales en la sementera—, Hefesto soltaba chispas chascando los dedos, Hera desplegaba sus manos convertidas en sendas colas de pavo real, Hades profería carcajadas desencajadas propias de ultratumba, Artemisa brillaba toda ella con luz argentina, Poseidón ondeaba su melena como agitada por vientos tempestuosos, a Atenea se le pusieron ojos de mochuelo y ululó como uno de ellos, y yo, Apolo, me sentí radiante con toda esta algarabía; Greta, mientras tanto, se había transfigurado y se nos revelaba con apariencia poliédrica: a cada uno se mostraba de una manera, tal y como cada uno la imaginaba en su cabeza. Más que una apariencia simple, resultaba un magma de apariencias solapadas, dando a cada uno lo que cada uno esperaba de ella.

.....Esta bacanalia de comportamientos dignos de la mente más alucinada prosiguió durante unos minutos. Cuando acabaron como comenzaron, es decir, de forma súbita, todos nos colocamos, de pie, frente al sitio que habíamos ocupado durante la cena. Apuramos las copas en las que se vertió hasta la última gota de aquel inigualable Château d'Yquem 1945, y miramos a Greta, nuestra maestra de ceremonias, esperando que nos dijera qué nos tenía reservado a continuación. Ésta, como si diera cuenta de una consulta oracular, pero en un lenguaje que no admitía interpretación alguna por lo claro y preciso, nos conminó a seguirla hasta la puerta que conducía a la bodega. Así lo hicimos. En procesión fuimos detrás de ella como una comitiva de acólitos tras una Gran Sacerdotisa. Abrió la puerta que comunicaba la planta baja con el sótano y descendió. La seguimos. Me creo con el derecho adquirido —como relator— a poder hablar por el resto de los componentes del séquito de Greta cuando digo que todos bajamos aquellos escalones con una emoción creciente. Yo tenía el convencimiento de que nos dirigíamos hacia aquella puerta sellada, que tan intrigados nos dejó a mi tutor y a mí cuando, antes de la cena, visitamos la bodega. Detrás de aquella puerta se encontraba aquel otro mundo anunciado por nuestra anfitriona. Ésta estaba dando cumplimiento a su anuncio de la tarde. Ya en el distribuidor al que abocaba la escalera nos dispusimos alrededor de Greta, quien, como si invocara a alguna fuerza elemental, se colocó ante el sello que guardaba la entrada al misterio, colocó su mano sobre él y enunció en voz alta y clara, en tono imperativo, una especie de jaculatoria:

¡Ábrete, puerta del otro mundo, y bríndanos tus tesoros!

.....Sonó un chasquido que no era ni metálico, ni pétreo, ni procedente de ningún material conocido, sino más bien como si en el mismo espacio se abriera una hendidura, como si el mismo tiempo emitiera un unísono tic-tac y en él se quedara congelado (en otro tiempo esta extraña manera de franquear el paso a través de una puerta sin picaporte hubiera parecido algo prodigioso, producto de la magia; en estos tiempos en que la tecnología de identificación mediante huellas dactilares y reconocimiento de voz son un hecho, la magia queda reducida a la simple aplicación de los avances de la ciencia). Aquella puerta, o lo que fuese, se abrió y desde el otro lado penetró una luz irreal, mezcla de luminosidad solar y lunar, dorada y plateada al mismo tiempo. Resulta curioso constatar cómo, desde que revelé a los personajes de mi historia que vivirían un momento paradójico en el que pasado, presente y futuro se harían uno, pareciera que vivíamos en una especie de dilogía fenomenológica: todo era vario y uno al mismo tiempo, todo parecía poseer la facultad de condensar en sí diversas naturalezas, y no pocas veces contradictorias. Ni yo, como relator, acierto a explicarme este fenómeno. Me he visto capturado por él, soy de él un reo más, y como reo no puedo ejercer de juez simultáneamente. Sólo si lo intentara desde la perspectiva de esta paradójica fase del relato podría conciliar mi contradictoria condición. 

—Queridos amigos —dijo Greta, sin afectación y con gesto sonriente—, traspasad conmigo esta puerta y viviréis la multiversa experiencia de vuestra vida. Y lo haréis —lo haremos— como protagonistas de las tres historias que han sido narradas por vosotros. Descubriremos cuál es el bien guardado secreto del Caviar de Ramsar, sentiremos el inmarcesible amor entre La Señora de Lur Saluces y su enamorado Armand Desmolins, y, por último, experimentaremos, como si de un ouroboros se tratase, la eternidad del momento vivido en esta fantástica velada enroscado sobre sí mismo, reviviendo desde el presente un futuro que enlaza, a su vez, con el pasado. Efectivamente, soy una transgresora, porque en mí está vulnerar principios y leyes por todos admitidos; porque, al serlo, pretendo que vosotros, mujeres y hombres por mí elegidos, trascendáis vuestra naturaleza aparente para penetrar en la transparente; porque sólo de esta manera podréis llegar a ser lo que sois de modo íntegro y completo, en obra y pensamiento, en sensación y en sentimiento, en idea y en acto. 

.....Traspasamos aquel umbral impelidos por un deseo irreprimible de conocer y de experimentar, de vivir, en suma. Y fue como Greta nos había dicho. Allí dentro —o allí fuera— todo se conciliaba y se hacía posible hasta lo imposible. Bastaba imaginarlo para hacerse realidad. Bastaba sentirlo para que cobrara dimensión. Bastaba desearlo para materializar sus satisfacción. No miento si digo que no podíamos concebirnos de otra manera que no fuese como seres divinos, olímpicos medrando por imaginarios Parnasos y bebiendo de reales fuentes Hipocrenes. Sátiros y ninfas correteando por frondosos Bosques Hircanos, nadando en Caspios mares y sumergiéndonos en ultramontanos océanos interiores persiguiendo doncellas con forma de esturión a las que los varones fecundábamos cual intemperados tritones, y a las que las hembras se enroscaban como libidinosas sirenas. Pero también revolucionarios vendimiadores y vendimiadoras, y nobles aristócratas disfrutando hasta el límite el fin de su dominio, dándose unos y otros a todo tipo de excesos, en alegres pastorales y bacanales interminables. O sintiéndonos platónicos enamorados que se dan al amor en las alcobas recónditas del intelecto, allí donde nadie puede poner coto, y donde el placer adquiere la intensidad de nuestro ansia. Y todo ello lo vivimos con los sentidos exacerbados, tanto en sutileza como en potencia, gracias a una recién adquirida facultad de trascendencia, mediante la cual los órganos de los sentidos alcanzaban unos niveles de percepción extrasensorial no experimentados al otro lado de la puerta. Podría decirse que sentíamos nuestro ser de una manera tan integrada e integral, que las barreras entre nosotros, como seres diferenciados, desaparecían produciéndose una suerte de ósmosis ontológica, de tal suerte que en las relaciones uno podía sentirse a sí mismo y a la vez podía sentir como el otro, siendo el otro; la falla fatal que en este mundo separa a los seres, salvada; la desgarradura primordial propia de la individualidad del ser humano, tal y como se ha experimentado desde la noche de los tiempos (desde que el hombre fuera arrojado del Paraíso), sanada.

.....Ni qué decir tiene que cuando regresamos de nuestra aventura por el otro mundo de Greta, a medida que volvíamos a traspasar la puerta en sentido contrario, comprobamos que nuestra memoria se había mostrado impermeable a cuanto allí dentro (o allí fuera) había acaecido. Sólo quedaba en nosotros una sensación de bienestar indescriptible que no sabíamos a qué achacar, pero que tampoco nos intrigaba demasiado no saberlo. Nos bastaba haberlo experimentado. Regresamos arriba como transportados en andas del placer. Ocupamos nuestros respectivos asientos y di por terminado, en ese momento, el relato. 

.....Finalizada esta tercera narración, la voluntad de mi auditorio, suspendida y abrumada por lo que había escuchado (y quizás, también, por una vaga sensación de lo experimentado y olvidado), pero al mismo tiempo sabedora ignorante de lo que estaba en trance de acontecer seguidamente (y que formaba parte del final del relato que recién terminaba de ser narrado), reaccionó, tímidamente primero y sin ambages después, con el entusiasmo propio de quien acaba de asistir a un fenomenal truco de prestidigitación...

(NA: Cualquier débito de este relato al Eterno Retorno nietzscheano es pura coincidencia)

Fin



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Marina Marina  Aydemir Saidov 
(1970 -   ) (1979 -   )

.....Marina y Aydemir comparten, parcialmente, el género de su arte (el desnudo, la naturaleza muerta), pero también comparten su vida y el estudio donde trabajan desde hace dieciocho años. Pintores figurativos de concepción hiperrealista en el tratamiento de anatomías y paisajes (en este género, Saidov también es sobresaliente), sus estilos se asemejan bastante, siendo el de Aydemir más dramático y narrativo, y el de Marina más presentacional. En ambos, la psicología de sus modelos forma parte del tratamiento que dan a las composiciones. Más ensoñadora es la perspectiva de Marina, más mágica la de Aydemir. En ocasiones, las composiciones y texturas de la piel de las modelos en Aydemir, sugieren un ámbito feérico (Light morning dream, Dreamines, Like a Dream, Lilac Garden); Marina, en cambio, se muestra más terrena, y más humanamente lunar (A sunday morning lie in, Awakening, Contemplation in lace, Free spirit in the lounge). La sensualidad es relevante en los dos, pero se revela más audaz en Aydemir y es más discreta en Marina; masculina en aquél, femenina en ésta. Aydemir es más activo en las composiciones de sus figuras; Marina es más pasiva. Los dos gustan de representar el sueño, la figura dormida o con gesto de ensoñación, pero el sueño representado por Aydemir es más onírico, mientras que el de Marina es más fisiológico.
.....En suma, espléndido ejemplo de las patentes diferencias psicológicas entre artistas de distinto sexo cuando abordan temas similares. Aunque sólo fuera por esto, el haber traído hasta aquí, de forma simultánea, a este matrimonio de pintores, es todo un acierto didáctico.

(NOTA: no soy amigo de subir al blog obras de arte con marcas de agua sobre las imágenes, salvo si, como en el presente caso, la marca es la del propio autor porque las imágenes están ubicadas en su página web. Aún así, tampoco incluyo aquellas que tengan la marca sobre las figuras. El motivo de elegir y subir estas obras con marcas de agua no ha sido otro que el de su mayor definición).

EN FEMENINO

Marina Marina

Marina Marina - Contemplation in lace
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Marina Marina - Contemplation in lace (detail)
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Marina Marina - The memory of the Gallant century
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Marina Marina - Free Spirit in the Lounge
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Marina Marina - Awakening
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Marina Marina - Morning Lace
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Marina Marina - Sunday Morning
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Marina Marina - Ready for Bed
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Marina Marina - Ready for Bed (detail)
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Marina Marina - A Sunday Morning Lie In
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Marina Marina - A Sunday Morning Lie In (detail)
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Marina Marina - The artist’s model
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Marina Marina - Peace at Last
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Marina Marina - Peace at Last (detail)
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Marina Marina - Awakening
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Marina Marina - Awakening (detail)
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Marina Marina - Morning Dream
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Marina Marina - Sweet Music
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Marina Marina - Sweet Music (detail)
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Marina Marina - Mirror, Mirror
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Marina Marina - Mirror, Mirror (detail)
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Marina Marina - Mirror, Mirror (detail)
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Marina Marina - Mirror, Mirror (detail)
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Marina Marina - Sounds of the Sea
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Marina Marina - Sounds of the Sea (detail)
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Marina Marina - Sounds of the Sea (detail)
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Marina Marina - A risky game
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Marina Marina - A risky game
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Marina Marina - A risky game (detail)
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Marina Marina - Nymphs
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Marina Marina - Nymphs
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Marina Marina - Nymphs (detail)
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Marina Marina - The Dressing Room
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Marina Marina - A litle mermaid
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Marina Marina - Cherry
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Marina Marina - Cherry (detail)
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Marina Marina - The Looking Glass
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Marina Marina - Reclining nude
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Marina Marina - Sunday morning
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Marina Marina - Sunday morning
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Marina Marina - Sunday morning (detail)
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Marina Marina - East outfit
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Marina Marina - The Abduction of Europe
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Marina Marina - The Abduction of Europe (detail)
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Marina Marina - The Abduction of Europe (detail)
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Aydemir Saidov

Aydemir Saidov - Sunday Afternoon 2014
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Aydemir Saidov - Peacefull Moment 2014
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Aydemir Saidov - The Rocking Chair 2014
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Aydemir Saidov - Cherry 2008
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Aydemir Saidov - Deep in thought 2013
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Aydemir Saidov - Dreaminess 2014
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Aydemir Saidov - Dreaminess 2014 (detail)
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Aydemir Saidov - Dreaminess 2014 (detail)
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Aydemir Saidov - Forest Nymph 2012
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Aydemir Saidov - Magic mirror 2013
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Aydemir Saidov - Practice Makes Perfect 2014
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Aydemir Saidov - Cherry Blossom 2012
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Aydemir Saidov - Sleeping Beauty 2013
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Aydemir Saidov - Sweet dreams 2011
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Aydemir Saidov - The artist’s Muse 2015
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Aydemir Saidov - Where to rest 2014
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Aydemir Saidov - With Appel 2008
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Aydemir Saidov - Evening light
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Aydemir Saidov - Light morning dream 2014
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Aydemir Saidov - Light morning dream 2014 (detail)
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Aydemir Saidov - Sleeping Beauty 2009-2010
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Aydemir Saidov - Sleeping Beauty 2009-2010
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Aydemir Saidov - Sleeping beauty 2013
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Aydemir Saidov - Sleeping model 2015
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Aydemir Saidov - Sweet dreams 2015
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Aydemir Saidov - Tenderness 2015
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Aydemir Saidov - The Rays May 2009 (pastel)
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Aydemir Saidov - Nude 2009 (pastel)
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Aydemir Saidov - Sleep 2009 (pastel)
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Aydemir Saidov - Nymphs 2008
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Aydemir Saidov - Diana and an attendant 2012
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Aydemir Saidov - Catch the stars 2011
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Aydemir Saidov - Like a Dream 2010

Aydemir Saidov - Lilac Garden 2011
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Aydemir Saidov - Orchid 2011
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Aydemir Saidov - The artist's model 2011
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Aydemir Saidov - Carnival 2010
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